Durante esta mañana el tema que flotaba sobre la barra de "El Loro Azul" no era otro que las asociaciones establecidas entre ciertas comidas y determinadas películas y series de televisión. Como ya toqué con anterioridad este tema, el de la relación entre el cine y la gastronomía, mi participación se limitó a las evocaciones que me producen determinadas comidas. Dado que ninguno de los presentes estábamos desayunando, la manida referencia a la magdalena y Proust no fue mencionado.
Con la primera evocación, muy sencilla ella, establecí la vinculación que para mí existe entre el bocadillo de atún en aceite y algunas películas de cine mudo (Charlot, Buster Keaton, Stan Laurel y Oliver Hardy, Harold Lloyd, etc.). Algo guardado en mi subconsciente desde mis tiempos de tierno infante, junto al sofá de skay negro y el empapelado psicodélico. Lamentablemente hace ya mucho tiempo que no como bocadillos así, ni tampoco, si a eso vamos, que veo cortos de cine mudo. En cuanto al sofá de skay negro y el empapelado quién sabe en qué basural se encontrarán vegetando.
Con la segunda y última planteé una relación un poco posterior, en su caso procedente del comienzo de la adolescencia: la serie "Mike Hammer" y un buen plato de patatas fritas con huevo y chorizo, los domingos por la noche, antes de irme a acostar. Basta con que piense en este plato y ya los sones de "Harlem Nocturne" empiezan a fluir por mis oídos.
Con la primera evocación, muy sencilla ella, establecí la vinculación que para mí existe entre el bocadillo de atún en aceite y algunas películas de cine mudo (Charlot, Buster Keaton, Stan Laurel y Oliver Hardy, Harold Lloyd, etc.). Algo guardado en mi subconsciente desde mis tiempos de tierno infante, junto al sofá de skay negro y el empapelado psicodélico. Lamentablemente hace ya mucho tiempo que no como bocadillos así, ni tampoco, si a eso vamos, que veo cortos de cine mudo. En cuanto al sofá de skay negro y el empapelado quién sabe en qué basural se encontrarán vegetando.
Con la segunda y última planteé una relación un poco posterior, en su caso procedente del comienzo de la adolescencia: la serie "Mike Hammer" y un buen plato de patatas fritas con huevo y chorizo, los domingos por la noche, antes de irme a acostar. Basta con que piense en este plato y ya los sones de "Harlem Nocturne" empiezan a fluir por mis oídos.
Ni que decir que después de tantas evocaciones me quedé un tanto caviloso, justo hasta que Sacha me sacó de mi ensimismamiento merced a un cruasán, alimento que a su vez me recordó...
Las evocaciones son tan suyas ellas, ¿no les parece?
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