Estimados clientes, apreciada concurrencia, amigos y colaboradores, contingentes y/o necesarios.
En un día como hoy, mas hace ya cuatro años, alzamos por primera vez la persiana de un local cuya única pretensión pasaba por procurar un lugar de encuentro a aquellos bebedores de café aficionados a la charla con el cine como centro. Después del tiempo transcurrido, siendo varios centenares de tazas las que habremos servido, cuantos colaboramos para que nuestro sueño se materializara queremos agradecerles a todas y a todos su presencia testimonial, continuada o puntual.
A ninguno de nosotros se nos da muy bien el pronunciar discursos. Le vamos a hacer, nadie es perfecto. Nuestro barista, ese ruso loco de Sacha, se encuentra más cómodo enfrentado a los caprichos de la cafetera, en algunas ocasiones más dispuesta a mostrar sus estados de humor a través de nubes de vapor y quejidos metálicos que a cumplir con su función como dispensadora de ese otro oro negro.
El misterioso señor Pond, amante casi a partes iguales del café con leche y del "dry martini", aunque aún no me queda claro cuál de ambas aficiones posee una mayor ponderación en su personal altar, disfruta mucho más inmerso en sus archivos a la busca y captura de esa imagen, ese dato o esa escena sepultados bajo cientos de folios mecanografiados con sabor a celuloide. E, incluso, si me apuran, ocupando su ocio dedicado a la pesca en ríos centroeuropeos.
Respecto al señor Templeton, nuestro crítico más cítrico, pura pose y apariencia (se lo aseguro), hace ya un tiempo que ya no se le ve por estos lares, lo que impidió que mi deseo de "cargarle el marrón" de dirigirse a ustedes en un día tan especial como el de hoy haya resultado del todo punto imposible e impracticable, para mi desgracia, afirmo.
Finalmente, y por un puro proceso de descarte, modalidad "tú la llevas", tal y como ha quedado patente en el párrafo anterior, la labor de hablar ha acabado por recaer en un servidor. Así que permítanme que acogiéndome a mi condición de fundador, y apelando a su comprensión, me limite a seguir la consigna marcada en la ceremonia de entrega de los Oscar, reduciendo mi discurso a su mínima expresión:
"Gracias, muchas gracias por entrar en nuestro hogar"
G.K. Dexter.
Siempre resulta dificultoso el elegir la indumentaria más adecuada
para esta clase de eventos
Los clientes más madrugadores ya se han dejado caer por nuestro establecimiento
Aún faltan ustedes...
"Bienvenidos a mi hogar. Entren libremente. Pasen sin temor. ¡Y dejen en él un poco de la felicidad que traen consigo!" [1]
Javier Villarías en "Drácula" ("Drácula", George Melford, 1931)
Y recuerden que en "El Loro Azul" solo la máquina de café recibe más atenciones que nuestra clientela...
¡¡¡Que dé comienzo la fiesta!!!
[1] En un primer momento íbamos a poner en lo alto de la puerta esta otra frase: "¡Oh vosotros los que entráis, abandonad toda esperanza!". Sin embargo fue desechada ante el temor de que fuera tomada al pie de la letra y resultara prácticamente imposible echar a los rezagados a la hora de cerrar.
4 comentarios:
Jajajaja, sí, lo de "abandonar toda esperanza" era algo desalentador.
FELICIDADES Dexter!!!. tenemos la misma edad blogosférica. Y que dure!
Mr. Lombreeze.
Muchas gracias, hombre. Por supuesto que va a durar...
Un saludo cinéfilo.
Muchísimas felicidades!!
Aquí me tomo mi descafeinado (lo siento, me dan taquicardias con el otro) con leche condensada más a gusto que en ningún sitio. Esta clienta promete seguir siendo fiel.
Elphaba.
Muchas gracias por la felicitación, y por pasarte por aquí a tomarte un cafelito a tu gusto.
Un saludo cinéfilo.
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