Un espacio destinado a charlar acerca del cine, saboreando una taza de café (puede que más), sentados en torno a una mesa. Por el simple gusto de hablar por hablar acerca de una pasión compartida por una reducida infinidad, así nomás como son estas cosas.
jueves, 30 de abril de 2009
HUMOR RADIOFÓNICO
ALFILERAZOS FOTOGÉNICOS (VIII): JOAN MADOU
-Mire, si piensa en bañarse no se lo recomiendo. El agua está muy fría.
-No era esa mi intención.
-Espero no haberle dado una idea. Venga. Conozco un café aquí cerca. Una copa le vendrá bien. Vamos. El puente seguirá aquí.
El doctor Ravic (Charles Boyer) y Joan Madou (Ingrid Bergman), antes de guarecerse de la húmeda noche parisiense en un cafetín regentado por un camarero tatuado.
"Arco de Triunfo" ("Arch of Triumph", Lewis Milestone, 1948).
miércoles, 29 de abril de 2009
CAMINANDO A TRAVÉS DE LAS GOTAS DE LLUVIA
lunes, 27 de abril de 2009
LLÁMEME AL 555...
Entre los muchos gags que jalonan la obra teatral, y la posterior película, titulada "Play it Again, Sam" ("Sueños de un Seductor") uno de mis preferidos es el orquestado alrededor de la figura de Dick, el amigo del protagonista, un neurótico cuya obsesión más destacada consiste en permanecer continuamente conectado vía telefónica a su oficina. En un tiempo en el que no existían los teléfonos móviles resulta muy hilarante su costumbre de ir detallando sus pasos futuros por medio de la prolija enumeración de aquellos teléfonos en los que se le podrá localizar.
"Estaré en el 362-9296 un rato; después estaré en el 648-0024 durante quince minutos; después estaré en el 752-0420; y después estaré en casa, en el 621-4598. De acuerdo, George, adiós".
domingo, 26 de abril de 2009
DE STEVENSON A SCORSESE Y LIBROS, MUCHOS LIBROS
Años después de la muerte del escocés, un joven escritor, este francés, Marcel Schwob, gran admirador suyo, y que había tenido ocasión de conocerle en vida, se propuso un buen día visitar su tumba samoana. Dados los medios existentes en la época el viaje se prolongó durante varios meses, tiempo más que suficiente como para que su pasión inicial fuera enfriándose hata transformarse en honda desesperación.
"Gangs de Nueva York" ("Gangs of New York", Martin Scorsese, 2002)
SÁBADO (DOMINGO) MUSICAL: GUSTAV HOLST
"De aquí saldremos a hombros o sobre hombros".
EL DÍA DEL LIBRO, CON UN LIGERO RETRASO
Al llamamiento del Emperador que le había sido comunicado en su aposento por el mismísimo chambelán en persona Apolonio acudió presto, a pesar de que la madrugada ya se encontraba bien entrada, no sin antes recoger un cofre elaborado en marfil ricamente labrado que permanecía depositado sobre una mesa. En muy pocas ocasiones se ocupaba el alto funcionario de tal clase de cometidos, lo cual revelaba que el llamamiento revestía una sobresaliente urgencia.
Por todo el pueblo era sabido que habitualmente el Emperador Justiniano solía mostrarse afable y generoso, mas nada impedía que ante la presencia de una súbita contrariedad mudara al punto su estado, presa de la más temible de las cóleras, o lo que aún resultaba peor, que mostrara una crueldad sutil no por ello menos terrible.
Apolonio, precedido por el adusto chambelán, penetró en la sala del trono, tenuemente iluminada por la luz que emanaba de algunas lámparas de bronce, aunque sí lo suficiente como para permitirle contemplar una vez más la magnificencia de los materiales y objetos que la decoraban. Rodeado por la presencia de vasijas, esculturas y magníficos materiales tales como terciopelo, oro y ámbar del Báltico, el Emperador gobernaba con puño de hierro sobre los territorios que formaban el Imperio Bizantino, el heredero del glorioso pasado de Roma; mas se mostraban incapaces de esconder su ambicioso deseo de extender su poder, algún día no muy lejano, hasta los límites que ocupara el Imperio Romano en vida del emperador Teodosio.
Al fondo de la gran sala aguardaba el gran Justiniano, su menudo cuerpo recubierto con una toga de un blanco de gran pureza, tejida en rica seda, en la que destacaban dibujos geométricos cosidos en hilo de color púrpura y oro; sobre la cabeza la corona de oro que probaba su altísima condición.
Dada la gran capacidad de trabajo desplegada por el soberano no había de extrañar que hubiera convocado a Apolonio a una hora tan tardía. Sin embargo éste se encontraba plenamente preparado para atender su petición, puesto que en su interior adivinaba la causa por la cual se requería su presencia a unas horas tan intempestivas.
Sin tan siquiera aguardar a que el Emperador se lo ordenara depositó a sus pies, sobre el suelo de mosaico, el cofre de marfil que portaba bajo el brazo. Ese gesto no pasó desapercibido para el Emperador, quien manteniendo intacto su profundo silencio y sin conceder un mayor interés a la perspicacia de Apolonio, por medio de un seco movimiento de su brazo derecho urgió al chambelán que se lo aproximara.
Una vez cumplido el encargo de su señor el chambelán se hizo a un lado, para terminar de pie, a medio camino entre Justiniano y Apolonio. Curiosamente sólo el segundo se encontraba pendiente de los ademanes del otro puesto que la atención toda del Emperador estaba concentrada en la labor de extraer del cofre su contenido. Y cómo refulgió en medio de centelleantes brillos dorados en cuanto los primeros rayos de luz procedentes de las lámparas acariciaron su superficie.
Entre sus manos Justiniano sostenía un códice, el códice que había encargado al calígrafo Apolonio, uno de los mejores entre aquellos que confeccionaban los códices purpúreos en el Taller Imperial, con la intención de regalárselo a su amada esposa Teodosia, la actriz, o meretriz, que unos años antes había conquistado por medio de sus encantos los favores imperiales primero y ganado el título de esposa del emperador después. El mismo códice para cuya confección no había dudado en prestarle un alojamiento en el Gran Palacio en tanto se prolongara su delicada manufactura.
Sólo unas horas antes se había engastado una última cornalina sobre su cubierta superior, en la que destacaban el fulgor dorado del oro, pues esa no sólo era la más intensa de las manifestaciones de la luz sino también la representante de la Gloria Celestial; y el intenso púrpura, el color cuyo uso quedaba restringido de forma exclusiva para la familia imperial.
A pesar de que las trémulas manos imperiales parecían negarse en sus torpes forcejeos a acatar sus deseos, Justiniano logró por fin abrir los dos broches que cerraban el códice y empezó a pasar con ligereza las hojas elaboradas con costosísima vitela. Mas cuantas más hojas pasaba y dejaba atrás más adusto era el rictus que se iba formando en su rostro. Cada una de ellas sólo estaba compuesta por una columna de texto escrito con negra tinta que, ocupando la mitad interior de cada una de ellas, se extendía casi desde el encabezado hasta unos escasos centímetros del pie.
A aquello sólo cabría considerarlo como una auténtica afrenta, máxime por estar recubierta por la púrpura del Emperador.
-¡Palabras, palabras, palabras,…! ¡Apolonio…! ¡No está iluminado!
Ante las palabras pronunciadas por el Emperador de inmediato el chambelán se dispuso a abalanzarse sobre el calígrafo, con intención de recibir después las instrucciones precisas acerca del tipo de tortura al que debería ser sometido como castigo para su insolencia, en las más lóbregas profundidades de las mazmorras del Gran Palacio.
Pero una orden tajante de Justiniano detuvo a medio camino la determinación del funcionario. Mientras, Apolonio, que desde que había ofrecido al Emperador el encargo ya concluso no había abandonado ni por un momento su posición humilde, a la par que rígida, sonreía con una ligera mueca, no menos enigmática a la vista de cuál iba a ser su horrible destino.
No era para menos pues, al calor insuflado por las manos de Justiniano, principiaron a aflorar poco a poco, en los antes vacíos espacios, a la misma vera de las columnas en latín, los dibujos de la mayor belleza y dotados de los colores más vivos que nunca a ningún creyente le hubiera sido dado contemplar en vida.
… El Códice de Apolonio.
"Púrpura y Oro" (extraido del volumen "El Señor de las Palabras").
-El señor Templeton, ¿supongo?
-Vaya, me ha reconocido...
-Sí. Algo me decía que iba usted a llamarme. Ya sé lo que me va a decir: en este artículo no encuentra ni una sola mención al mundo del cine, ¿verdad?
-¡Exacto!
-... Y obviamente desea que subsane esta... incidencia... lo antes posible. ¿No es así?
-Pues... sí.
-Bien. Sea.
"-Ese es el origen de mi gran descubrimiento. Pero se equivoca usted al decir que no podemos movernos de aquí para allá en el Tiempo. Por ejemplo, si recuerdo muy vivamente un incidente, retrocedo al momento en que ocurrió: me convierto en un distraído, como usted dice. Salto hacia atrás durante un momento. Naturalmente, no tenemos medios para permanecer atrás durante un período cualquierade Tiempo, como tampoco un salvaje o un animal pueden sostenerse en el aire seis pies por encima de la tierra. Pero el hombre civilizado está en mejores condiciones que el salvaje a ese respecto. Puede elevarse en un globo pese a la gravitación; y ¿por qué no ha de poder esperarse que al final sea capaz de detener o de acelerar su impulso a lo largo de la dimensión del Tiempo, o incluso de dar la vuelta y de viajar en el otro sentido?".
"La Máquina del Tiempo", Herbert George Wells.
"El Tiempo en sus manos" ("The Time Machine", George Pal, 1960)
Advertencia: por acá resopla un spoiler.
Esa escena final en la que el Viajero (Rod Taylor) abandona nuevamente el presente para partir hacia el futuro, llevando consigo sólo dos libros, y la pregunta que uno de los invitados formula: cuáles serían los dos libros que uno transportaría para reconstruir una civilización...
lunes, 20 de abril de 2009
NIKITA KRUSCHEV CONOCE A GARY COOPER
Pero no sólo se dedicó a insuflar nuevos aires a las soporíferas reuniones de alto nivel. Durante su visita al estado de California fue invitado por la comunidad cinematográfica a efectuar una visita a los estudios de Hollywood, en un tiempo en el que aún estaban presentes para todos los acontecimientos derivados de la tristemente llamada “caza de brujas”.
El 19 de septiembre el productor Charles Feldman organizó un almuerzo en los propios estudios de la Twentieth Century Fox, evento que se completó por medio de una visita guiada a un rodaje (se conserva una fotografía en la que se le ve con aire muy divertido, acompañado entre otros por Frank Sinatra y Shirley MacLaine).
Cuando le presentaron al actor Kruschev le saludó en los siguientes términos:
-He visto varias películas suyas. Me gustan. Es usted, sin duda, un excelente actor.
-Muchas gracias. También yo he presenciado algunas actuaciones suyas, y le aseguro, de verdad, que me parece usted mucho mejor actor que yo.
domingo, 19 de abril de 2009
ASÍ EN EL CIELO COMO EN LA TIERRA
HALLANDO JOYITAS POR EL CAMINO
¿La han reconocido? Esa voz, esa presencia,… Sí, es (o más bien era) Inma de Santis, la mujer a la que muchos conocimos porque se ocupaba de presentarnos la programación que podríamos visionar durante el fin de semana, incluidas las películas (¡y qué películas!).
Mas Inma de Santis era mucho más que eso, mucho más. Para conocerla mucho mejor el señor Pond me ha proporcionado la dirección de un blog, un blog dedicado única y exclusivamente a ella. Una verdadera joya a partir de cuya lectura (yo, bastante emocionado, se lo confieso, aún he leído solamente algunos de los artículos) se percibe el mimo que lo impregna y el, a qué negarlo, cariño puesto por su autor en la redacción.
Sin más les invito a conocerlo, tanto el propio blog, Inma de Santis, como el canal de Youtube de su autor, Octopusmagnificens.
ALFILERAZOS FOTOGÉNICOS (VII): CHAPLIN Y CARY GRANT
"Candilejas" ("Limelight", Charles Chaplin, 1952)
© Time Inc
-El deseo es el motivo de toda existencia.
-A veces en la juventud tenemos pocas ganas de vivir, que no sea demasiado tarde cuando nos aferremos a la vida... Como a mi edad, a estas alturas la vida llega a ser un hábito.
-Un hábito sin esperanzas.
-Pues aprenda a vivir sin ellas, viva para el presente. Aún así hay momentos maravillosos.
-Cuando se ha perdido la salud, no los hay. Estoy cansada de luchar.
-Porque lucha contra sí misma. No quiere darse una oportunidad. La lucha por la felicidad es hermosa.
Diálogo entre Calvero (Charles Chaplin) y Claire Bloom (Terry).
Cary Grant (1939)
“Todo el mundo quiere ser Cary Grant. Incluso yo”.
Archibald Alexander Leach.
Off topic (a A***): que siempre haya ropa dentro de las cómodas, aunque nadie abra los cajones, porque tú sabes que está ahí.
Y por supuesto, un poco más de música...
sábado, 18 de abril de 2009
SÁBADO MUSICAL: A RITMO DE SWING
"Jazz ´34:Remembrances of Kansas City Swing " (Robert Altman, 1996)
SÁBADO MUSICAL: TRES VIAJES EN TORNO A UNA MISMA MELODÍA
Principiamos nuestro pequeño periplo musical de hoy en una chocolatería. Quizás sea un poco tarde para desayunar pero quién puede resistirse a la vista de los deliciosos bombones y tartas expuestos. Hasta el propio Sacha, un forofo cafetero a marcha martillo, se haya predispuesto a preparar una humeante taza del amargo brebaje.
Máxime si sentado a una mesa próxima un apuesto joven desgrana con la guitarra un tema dotado de un agradable ritmo, para alegría de la concurrencia que asiste arrobada a las evoluciones de sus manos sobre las cuerdas del instrumento. Entre ellos destaca una niñita, medio escondida tras uno de los extremos del mostrador de madera, quien mientras come a escondidas unos bombones de licor no se pierde un solo compás.
Sí, nos encontramos en el pueblecito francés de Lansquenet, más en concreto en el establecimiento regentado por Vianne Rocher; la primera etapa del pequeñito viaje que realizaremos sin que tan siquiera debamos movernos de nuestro asiento.
"Chocolat" (Lasse Hallström, 2000)
Y de Francia a los Estados Unidos, de un guitarrista a otro, éste un poco más famoso, pues no por nada es el segundo mejor del mundo. Un guitarrista en cuyo imaginario personal ocupa el primer puesto otro guitarrista, casi mítico, alguien a quien admira hasta tal punto que en la única ocasión en la que le conoció en persona no tuvo mejor idea que ... desmayarse.
Dejamos atrás nuestra breve estancia en los Estados Unidos para regresar a Francia, a París, la "Ciudad Luz", al "Hot Club". Sobre el escenario un grupo de músicos, con la presencia sobresaliente de un guitarrista, desgranan una melodía, la misma melodía, mientras los clientes asisten una vez más arrobados a la actuación.
Incluyo esta grabación que el "Quintet of the Hot Club of France" brindó como homenaje al fallecido Django Reinhardt a modo de curiosidad, y también como una forma de unirme a ellos en su homenaje, valga la redundancia
Aquí tenemos a Django ... y su "Minor Swing".
Django Reinhardt y Stéphane Grappelli
Proseguimos y abandonamos las sillas del "Hot Club" y la cortina de humo de los Gauloises y Chesters y nos acomodamos en la butaca de la platea de un teatro. ¿Les parece bien la fila cuatro, por ejemplo? Se trata del domingo 9 de noviembre de 2003. En la butaca situada inmediatamente tras de mí se encuentra R***, amigo, jazzista furibundo y antiguo compañero de vicisitudes laborales (de mayor a menor importancia). Sobre el escenario del Teatro Jovellanos se despliegan los integrantes del "Biréli Lagrène Gipsy Project".
Vuelven a sonar los acordes de "Minor Swing" y la memoria se despereza al ritmo de la guitarra...
Llega el momento del regreso así que dispónganse a entrechocar dos veces los tacones de sus zapatos (o de sus zapatillas)...
Espero que el viaje haya sido tan agradable para ustedes como para mí mismo, si no más.
Django Reinhardt (1910-1953)
Su música, su música aún perdurará por mucho tiempo
miércoles, 15 de abril de 2009
EL SÚMMUM DEL PERFECCIONISMO
Para formarse una idea aproximada bastará con citar un puñado de detalles:
- Dio orden a los encargados del atrezzo de que rellenaran los cajones de las cómodas con ropa de gran calidad, acorde con el escenario y la acción desarrollada. Ante las réplicas del resto de miembros del equipo de rodaje, quienes afirmaron juiciosamente que en ninguna de las escenas nadie iba a abrir ningún cajón él respondió que la ropa se sentía.
- Se trataba de un baile, de un baile suntuoso, por lo que la vajilla, elaborada en metales nobles, tales como oro y plata, era genuina, digna de la alcurnia de los anfitriones.
- Las viandas que eran servidas debían llegar a la mesa, para disfrute de los comensales-personajes, aún calientes, humeantes. El verismo requerido no se resolvió por medio de efectos especiales. Como las auténticas se encontraran demasiado lejos como para garantizar el efecto perseguido Visconti ordenó que los manjares se elaboraran en unas cocinas que fueron instaladas justo al lado del gran salón donde transcurría el baile.
Para comprobar si tantas exigencias dieron su fruto quizás resulte suficiente el visionar la escena del baile, a los sones de la música de Verdi, si es que la inmarcesible belleza (al menos en el celuloide) de Angélica-Claudia Cardinale, flotando al ritmo del vals en los brazos del aún apuesto Príncipe Don Fabrizio Salina-Burt Lancaster, a lo largo de la estancia iluminada por los candelabros, ¡ah!, se lo permiten.
"El Gatopardo" ("Il Gattopardo", Luchino Visconti, 1963)
“Antes de que lo invadiese la náusea, el Príncipe pasó al salón contiguo; allí en cambio estaba acampada la tribu distinta y hostil de los hombres: los jóvenes estaban en la sala de baile y sólo se encontró con los ancianos, todos amigos suyos. Se sentó un momento entre ellos: allí no se invocaba en vano el nombre de la Reina de los Cielos; pero, en compensación, el aire estaba saturado de lugares comunes y discursos intrascendentes. Entre aquellos señores don Fabrizio tenía fama de `extravagante´; su interés por las matemáticas les parecía casi una perversión pecaminosa, y si no se hubiese tratado del príncipe de Salina, si no hubieran sabido que era un excelente jinete, un cazador infatigable y, mal que bien, un aficionado a las faldas, sus paralajes y sus telescopios quizá le hubiesen valido la expulsión; sin embargo, tampoco le hablaban demasiado, porque la frialdad azul de sus ojos, que los pesados párpados apenas dejaban entrever, tenían la virtud de hacer perder los estribos a sus interlocutores, de modo que a menudo se encontraba aislado, no por respeto, como él creía, sino por temor”.
donde se refieren los acontecimientos que tienen lugar durante el baile en el Palacio Ponteleone.
“El Gatopardo”, Giuseppe Tomasi di Lampedusa, fragmento de la sexta parte
martes, 14 de abril de 2009
ALFILERAZOS FOTOGÉNICOS (VI): DOUGLAS FAIRBANKS JR.
“En cuanto a mí, pensé que, si en algún momento un hombre se halla en la necesidad de convertirse en un villano, es preferible que sea un villano agradable, y Rupert Hentzau me resultaba infinitamente más agradable que sus dos compañeros, con sus caras largas y sus ojos mezquinos. A mi modo de ver, el pecado no es más grave cuando se comete à la mode y con estilo”.
“El Prisionero de Zenda”, Anthony Hope.
lunes, 13 de abril de 2009
UN PRESENTE PARA ESTE BLOG-CAFÉ
Mi profundo agradecimiento por el detalle (al que se suman, por supuesto, el señor Pond, Sacha y ... la lista).
Las reglas aparejadas al premio son:
- Exhibir la imagen del sello.
- Poner el enlace de la persona que te lo ha regalado.
- Elegir 10 personas para pasárselo.
- Escribirles un mensaje en su blog para que se enteren de su premio.
En cuanto a la tercera regla (y a la cuarta, que va de su mano) por el momento he elegido dos, mas iré actualizando la lista poquito a poco.
- Tiresias de cine.
- Friki pero poco.
- No es un blog, no está en Internet, casi, casi ni está ya, pero es un lugar físico en el que me siento como en casa...; y esta vez la llave no está en poder de Ingrid Bergman...
- Inma de Santis.
[Continuará...]
domingo, 12 de abril de 2009
ALFILERAZOS FOTOGÉNICOS (V): AVA GARDNER
EL SEÑOR DE LOS CAFÉS: SACHA
SACHA: No es posible, no…
Corre hacia Rick.
SACHA: Señor Rick, ha hecho usted algo maravilloso. (Besa a Rick).
RICK: Déjame, ruso loco.
"Casablanca" (Michael Curtiz, 1942)
Contrariedad y enfado, enojo, cabreo monumental, vamos. Esas y otras muchas emociones se mostraban en los ojos encendidos, en el rictus feroz de la boca e incluso en las arrugas que surcaban su frente, justo por encima de un ceño que de tan contraído había provocado que las cejas se unieran formando una única línea, plena de recriminaciones sólo calladas a medias.
Claro. ¿Cómo había podido comportarme con tan poca sensibilidad? El padecer un cierto grado, benigno por supuesto, del Síndrome de Asperger no disculpaba mi poca consideración. Hace muy poco había dedicado un artículo al señor Pond, pero no había hecho lo propio con Sacha. De ahí que su carácter le había empujado a responder de aquella forma tan, digámoslo así, florentina. Al menos no había acudido al empleo de ninguna clase de veneno: sólo un poco de cloruro sódico disuelto en el café.
Por eso ahora mismo enmendo mi error, de ahí que este artículo esté dedicado al jefe de máquinas (o más bien de máquina), que con sumo placer elabora los cafés que disfrutamos tanto los visitantes como yo mismo.
"Operación Pacífico" ("Operación Petticoat", Blake Edwards, 1959)
Ahora espero que el siguiente sí que esté realmente aceptable, o al menos más soso…
sábado, 11 de abril de 2009
SÁBADO MUSICAL: RENE AUBRY
COSMOS
Los árabes utilizan una expresión para referirse a la Vía Láctea, la llaman "dareb altabbane", que podría traducirse como "el camino que deja la paja", en referencia al reguero dorado que deja tras de sí el carro colmado de espigas cuando avanza desde la tierra de labor con el granero como destino.
A principios de los años ochenta del pasado siglo el científico Carl Sagan nos visitó en nuestros hogares a través de la televisión, mediante una serie divulgativa que llevaba el título de "Cosmos, un viaje personal". Porque de eso se trataba, de un viaje en el que nosotros acompañábamos al astrónomo en un viaje que se iniciaba en los confines del universo para concluir en nuestro pequeño puntito azul. Basta recordar el arranque del primer episodio: "En la orilla del océano cósmico".
Primera parte
Descuelga el auricular Sacha. Habla algo y lo acerca a mi mesa.
-Es para usted…
-Sí. G. K. al aparato, ¿dígame?
-Buenos días.
-Buenos días.
-Verá usted. Soy un seguidor de su blog…
-Por muchos años.
-… ¡Ah, sí! Pues lo cierto es que llamo para emitir una queja y…
-Y su nombre es, señor…
-Templeton, E. Templeton. Bueno, ese es mi nick.
-Comprendo, señor Templeton. Su "nick". Y su queja se refiere a…
-Estooo…, su artículo, ¿sabe? En él no incluye ninguna referencia cinematográfica.
-Comprendo.
-Sí, la serie de TV de la que habla estaba muy bien, yo incluso conservo tengo la colección de vídeos en VHS. ¿Sabe? Pero era un documental…
-Comprendo.
-Me gustaría que subsanara esta deficiencia. Soy seguidor de su blog, ¿sabe?
-Sí, ya lo ha mencionado antes. Bueno, haré lo posible para enmendar ese ..., ¡ejem!, error.
-Gracias. Se lo agradecería mucho. Por cierto, me gusta mucho su blog.
-Gracias a usted por su llamada. Me pongo a ello en cuanto cuelgue.
-Bien. Pues, buenos días.
-Buenos días.
viernes, 10 de abril de 2009
PINGARATAS (I): EL DIFUNTO GEORGE APLEY
Pingarata: chorro de licor que se echa al café.
Intérpretes: Ronald Colman (George Apley), Peggy Cummins (Eleanor Apley, su hija), Vanessa Brown (Agnès, sobrina de George), Richard Haydn (Horatio Willing), Edna Best (Sra. Catherine Apley, mujer de George), Percy Waram (Roger Newcombe), Mildred Natwick (Amelia Newcombe, hermana de George), Richard Ney (John Apley, hijo de George), Charles Russell (Howard Bowlder), Nydia Westman (Jane Willing), Francis Pierlot (Wilson), Kathleen Howard (Margaret), Paul Harvey (Julian Dole), Helen Freeman (Lydia).
Roger Newcomb a George: "Aparte de un buen funeral no hay nada que a un bostoniano le guste más que una boda".
George a su hija, Eleanor: "La felicidad es algo poco frecuente, Ellie. Especialmente en Nueva Inglaterra. Por eso somos tan expertos buscando sustitutivos".
Agnès, a la vista del gesto de su cara, le pregunta a George si es que no le gusta el vestido para su puesta de largo, a lo que éste responde: "¿Quién ha dicho que no me guste, querida? Estoy seguro de que nos gustará mucho a todos cuando nos acostumbremos a verlo".
George (leyendo el periódico): "¿Europa? Déjame ver... Noticias del extranjero: una mujer de Boston ha sido madre de trillizos en Roma".
ALFILERAZOS FOTOGÉNICOS (IV)
"Lo primero que oí cuando aún lloriqueaba en la cuna fue la palabra genio murmurada a mi oído. ¡Por eso no se me ocurrió pensar que no lo era hasta que fui un hombre hecho y derecho!". Orson Welles.
Estampa familiar de Orson Welles junto a su por entonces esposa, Rita Hayworth, y su hija Rebecca
© Time Inc
Rita Hayworth y Orson Welles estuvieron casados sólo durante unos cinco años. Contrajeron matrimonio en el año 1943 y se terminarían divorciando en el año 1948. Rita argumentaría que su decisión estaba motivada porque "es imposible vivir siempre con un genio".
jueves, 9 de abril de 2009
CUANDO HOLLYWOOD HABLABA ESPAÑOL
El párrafo anterior me sirve para ponerles en situación. Una vez encaminados ciñámonos ya sin más digresiones al tema central de este artículo. Si recuerdan alguna de esas películas “de indios” (o “de pieles rojas”, como las llamaría Guillermo Brown) tal vez puedan imaginarse la figura de Alan Ladd, o quizás la de James Stewart.
En dichas películas (no teman, no voy a repetir otra vez el soniquete de “películas…”) asistíamos a la comunicación entre ambos grupos, hombres blancos (Alan Ladd y James Stewart, por ejemplo[1]) por una parte e indios por otra, utilizando para ello la lengua propia de los segundos. Y aquí surge una pregunta: ¿y si los actores hubieran hablado en un perfecto español, sin necesidad de acudir al empleo de otro idioma?
La búsqueda de información acerca de Fortunio Bonanova para elaborar un artículo anterior me llevó a plantearme el recabar más información acerca de aquellos que acabaron recalando en la denominada Meca del Cine, en una peregrinación que en no pocos casos acabó por convertirse en definitiva. A este respecto pueden mencionarse los casos pioneros de varios compatriotas que, ya durante la etapa del cine mudo (silent movies), trataron de ganarse el condumio, y labrarse una cierta fama si esto también fuera posible, mediante su trabajo en la industria cinematográfica estadounidense, en algunos casos incluso logrando ambos fines[2].
Tras una larga carrera la irrupción del sonoro, lejos de apartarlo de la actuación ante las cámaras, consolidó más si cabe su posición, mas de forma tan sólo momentánea, pues no tardaría en acabar languideciendo en producciones cada vez menos relevantes.
Así en 1950 nos lo encontramos en una película acompañando a Cary Grant (un actor ya consagrado y que ya hacía mucho que había dejado de ser el nuevo Gary Cooper), José Ferrer, Ramón Novarro[4] (ya maduro, mucho) y Gilbert Roland. Por cierto que los dos últimos eran dos mejicanos de Durango, llegados a Hollywood en la época del cine mudo.
Sin ánimo de ser exhaustivo también cabría citar a Ramón Crespo (1900-1997), aunque en su caso contaba con una consistente formación teatral a sus espaldas, quien llegó a California en 1926.
Lo que vendría a caracterizar a muchos de los actores que decidían hacer las Américas era su participación en películas rodadas en español. La industria cinematográfica, como cualquier negocio, se percató durante la transición del cine mudo al sonoro de que Latinoamérica constituía un gran mercado potencial para las películas estadounidenses (sin olvidarse obviamente de nuestro país), siempre que a modo de paso previo y necesario, se procediera a rodarlas en español. Nacieron de esta forma, por un interés puramente mercantilista, las dobles versiones: española y anglosajona. Para ello la Paramount abrió un centro de producción en unos estudios situados en las cercanías de París, en Joinville-le-Point; mientras que por su parte la Metro optaba por permanecer en casa, en la siempre soleada California.
Pueden recordarse títulos tales como “Evangelina o el Honor de un Brigadier”, en la que participó el propio José Crespo, y que contaba con guión del propio autor, Enrique Jardiel Poncela, quien durante un tiempo bastante corto vivió en Los Ángeles. Su incapacidad para dominar mínimamente el inglés motivó su pronto regreso de su etapa americana. O también el “Drácula” (1931) de Tod Browning, para la que se realizó una versión en español, protagonizada por Carlos Villarías, y que según muchos incluso supera a la original[5].
Al hilo de ese reconocimiento resulta gratificante el hecho de que la adaptación de esa película para su versión adicional en español fuera obra de un llanisco (natural de Llanes, Asturias) donde había nacido un 26 de septiembre del año 1878, siendo bautizado como Baltasar, premonitorio nombre, y con los apellidos Fernández Cue. Un hombre que durante muchos años trabajó allende el Atlántico simultaneando sus ocupaciones como guionista y como periodista. Su muerte, en 1966. se produjo al retornar de su exilio, destino alcanzado tras huir de la prisión en la que había sido confinado por su abierta colaboración con el gobierno republicano.
A continuación, y a pesar de que vuelvo a repetir que no se haya en mi ánimo la exhaustividad, y a modo de apropiado y justo homenaje, reseño una lista con los profesionales que marcharon a Hollywood (los que optaron por Joinville pueden encontrarse en cualquier tratado dedicado al tema): Benito Perojo, Edgar Neville, José López Rubio, Miguel Mihura, Enrique Jardiel Poncela, Antonio Vidal, Rafael Ribelles, Conchita Montenegro,…
[1]Ver el final del anterior párrafo.
[2]Edgar Neville llegaría a dirigir una película de escasa repercusión acerca de este tema: “Yo quiero que me lleven a Hollywood” (1931).[3]Bastante famosas por aquella época y a cuya clase pertenecen las denominadas del “rescue in the last minute” (rescate en el último minuto, aplicando la técnica conocida en el argot cinematográfico bajo el nombre de "cross-cutting" o "montaje paralelo", la simultaneidad de dos o más historias, una técnica debida al genio de D. W. Griffith); así llamadas a consecuencia de que poseían la característica común y definitoria de incluir en su parte final el rescate de la protagonista de las garras de una muerte segura, astutamente planeada por parte del malvado, gracias a la salvadora intervención del tópico héroe: tendida sobre las vías del tren, atada de pies y manos, un tren expreso que avanza a todo vapor hacia ella, etc, etc.
Podemos recordar el sentido homenaje a las películas mudas y a las cómicas en concreto (incluidas las sonoras, pues la dedicatoria explícita es para Stan Laurel y Oliver Hardy) que Blake Edwards rodó bajo el nombre de “La Carrera del Siglo” (“The Great Race”, 1965), con Tony Curtis, Jack Lemmon, Natalie Wood y Peter Falk.
Por supuesto también existen ejemplos en la cinematografía española de esta clase de seriales: series de episodios encadenados tomando como ejemplos las obras folletinescas del siglo XIX. El primero lo rodaría Juan María Codina, llevando un título dotado de un nada desdeñable sabor local: “Los Siete Niños de Écija” o “Los Bandidos de Sierra Morena” (1911-1912). A causa del éxito cosechado por el primer episodio se rodaron dos más (¿a alguien le resulta familiar esta fórmula?, episodio piloto, éxito y ¡adelante!). Aún trataría de repetir una vez más la campanada mediante “El Signo de la Tribu” (1915); una vez hallado el filón, ¿por qué no aprovecharlo?
[4]Actor que participó en la primera versión de Ben-Hur, la de Fred Niblo, allá por 1925, pero que también participó en “El Prisionero de Zenda” (1922), bajo el nombre de Ramón Samaniegos, interpretando a ese crótalo barnizado de noble que es Rupert de Hentzau.[5]La dificultosa dicción del húngaro Bela Lugosi es tenida por algunos como un elemento que lastra la película mientras que para otros es precisamente ese defecto aparente el que otorga a su caracterización del noble transilvano de su genuino atractivo.