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miércoles, 10 de septiembre de 2008

LA ÚLTIMA ACTUACIÓN

Entre las muchas frases que Hitchcock pronunció en vida suele recordarse aquella que, a modo de consejo dirigido a cuantos sientan inclinaciones por dedicarse a la dirección de películas, reza: “nunca trabajes con niños, con animales o con Charles Laughton". Muy escamado debió quedarse tras haber dirigido a su compatriota en “La Posada Jamaica” (“Jamaica Inn”, 1939) para llegar a compararle con otros seres tan manifiestamente impredecibles como pueden ser los niños o los animales. En sus conversaciones con Truffaut quedó muy clara cuáles eran las opiniones que sustentaba acerca del actor al que califica como "un amable bufón", llegando a manifestar que "Laughton no era realmente un profesional".

Afortunadamente hubo directores que hicieron caso omiso de una sentencia tan drástica como la antedicha, y así Billy Wilder, sin ir más lejos, contó con la participación de este actor en “Testigo de Cargo” (“Witness for the Prosecution”, 1957), proporcionándonos el placer de disfrutar por medio de la brillante caracterización que del abogado astuto a la par que cascarrabias sir Wilfrid realizó Laughton.



"Testigo de Cargo" ("Witness for the Prosecution", Billy Wilder, 1957)


Sumamente encantado por la anterior experiencia Wilder volvió a pensar de nuevo en Laughton al cabo de cierto tiempo. Más en concreto cinco años después, en 1962, mientras se encontraba inmerso en los preparativos de la que iba a ser su siguiente película, tras la recién terminada “Uno, Dos, Tres” (“One, Two, Three”, 1961); su título, “Irma la Dulce” (“Irma la Douce”, 1963).



"Irma la Dulce" ("Irme la Douce", Billy Wilder, 1963)


Entre los muchos personajes que deambulan por el barrio de cartón piedra construido en estudio por Alexandre Trauner hay uno en concreto del que yo siempre guardaré un gran recuerdo, prueba del placer que me produjo la primera vez que lo contemplé. Estoy hablando de Moustache, el dueño del “Chez Moustache”. Ese individuo polifacético, licenciado en mil trapacerías y alguna que otra universidad de prestigio, quien parecía contener en su corpulento cuerpo las experiencias de un centenar de hombres, y que siempre culminaba sus argumentos con un “… pero esa es otra historia”, a menudo cuando sólo apenas había empezado a esbozarlos por lo que siempre te dejaba con la miel en los labios.


En la versión definitiva fue Lou Jacobi el encargado de interpretar a Moustache, quien como recordarán ni siquiera se llamaba así sino que, en una nueva muestra de su personalidad, había optado por cambiarse el nombre pues la alternativa hubiera sido hacer lo propio con el del local lo que hubiera supuesto hacer frente al desembolso inherente al encargo de un letrero nuevo. Sin embargo la pretensión inicial de Wilder era que dicho papel hubiera recaído en Laughton; y al no poder contar con su presencia el director, y co-guionista, tomó la decisión de reducir la presencia de ese personaje.

A saber lo que Laughton hubiera podido dar de sí y qué habría aportado con su buen hacer a los diálogos tramados por Wilder y su compinche por aquellos tiempos, I.A.L. Diamond.

Este post se quedaría cojo si no incluyera la reunión que mantuvo Wilder con Laughton, cuando éste aún era la elección principal para ocuparse de la interpretación de Moustache.

El director logró que Laughton le invitara a su casa. Nada más entrar en el salón se percató de que la figura obesa y desmejorada que se encontraba al fondo de la estancia, arrellanada en un sillón sumido en la penumbra, ya no estaba en condiciones de enfrentarse a los requisitos de un rodaje. Bajo el maquillaje por medio del cual trataba de ocultarlos sin demasiado éxito se dejaban entrever los estragos propios del cáncer fatal que devoraba al actor británico. Mas a pesar de su mal estado aún se permitió hacer un alarde de toda su capacidad actoral en lo que no dejaba de ser su última actuación. Se dedicó a caminar con brío por la habitación, a pesar del terrible esfuerzo que ésto le suponía dado su débil estado, con la única intención de convencer al director de que aún se encontraba en plena forma.
Ni que decir tiene que Wilder se quedó conmovido a la par que asombrado ante aquella capacidad para llevar a cabo un intento de engaño que realmente no dejaba lugar a dudas sobre la imposibilidad de materializar el deseo de ambos.


Charles Laughton moriría el 15 de diciembre de 1962, luciendo el bigote que se estaba dejando para interpretar a Moustache.

6 comentarios:

Elphaba dijo...

Grande Charles Laughton. Testigo de cargo es una delicia de película, aunque fuera solo por verle interpretar ese pedazo de personaje junto a su esposa Elsa Lanchester.
Seguro que el personaje de Moustache hubiera ganado muchísimo con él.

Landi dijo...

Me ha encantado este post, G.K.Dexter. Posiblemente esté algo nostálgica, ya han terminado las vacaciones y estaba oyendo la versión de Cinema Paradiso, cantada por Dulce Pontes. Y terminar con lo del moustache de Laugthon, me ha gustado enormemente. De la fuerte personalidad que el actor inglés imprimía a sus personajes, y su absoluta maestría en esa maldita y bella: 'El cabo del Miedo',poco queda que decir. Y si a eso le juntamos el genio de Wilder, que más se puede decir...
Saludos

G. K. Dexter dijo...

Elphaba.
La pareja Lanchester-Laughton arrancó a este humilde servidor primero una sonrisa y más tarde, ya entregado, unas cuantas carcajadas, por medio de sus respectivas actuaciones así como con sus rápidos diálogos cuajados de pullas y reconvenciones; desde la escena a bordo del coche, pasando por el estado de "revista" hasta su final en el que [PIIIIIIIII]. Magníficos.
Vuelvo a repetir que me pregunto cómo habría retratado Laughton a Moustache.
Un saludo cinéfilo.


Landi.
Le confieso que yo también fui presa de la nostalgia cuando escribí el post. Debo achacarlo a mi propia "playlist" pues no conocía la versión de "Cinema Paradiso" a cargo de Dulce Pontes (acabo de escucharla ahora mismo en Youtube, ¡qué preciosidad!).
Respecto a Laughton, Lanchester, Wilder, Power,..., fue una combinación de personas geniales...
Un saludo cinéfilo.

Gloria dijo...

Respecto a la famosa frase de Hitchcock, me pregunto porque se repite hasta la saciedad moentras que loa aseveración de Wilder de que Laughton

Tal vez porque la gente se acomoda a los lugares comunes y a las leyendas urbanas establecidas: pero la realidad es que, si bien es cierto que Hitchcock no trabajó comodamente con laughton en Posada Jamaica, hay directores que estaban encantados de haber trabajado con él: tu has mentado a Wilder, pero también Jean renoir, Otto Preminguer, Robert Siodmack o Ernst Lubistch estaban encantados de su trabajo con Laughton... Es su testimonio de menos valor que el de Hitchcock? Yo creo que no, ni mucho menos.

Claro que, si por una buena actuación Hitchcock entendia la merlucita hervida que Laurence Olivier ofrecía en Rebeca, pues supongo que tiene su coherencia... Yo personalmente prefiero el estilo de George Sanders, que se merienda crudo al "Sir" cada vez que el sopas de Max de Winter comparte escena con Jack Favell, el "primo favorito" de Rebecca.

La realidad es que, al igual que nos pasa a todos en nuestro trabajo, hay gente con quien nos llevamos laboralmente mejor o peor... ¿Quiere eso decir que hacemos mal o bien nuestro trabajo? No, simplemente que hay gente con quien encajamos mejor o peor.

Y por cierto, Robert Mitchum, el protagonista de "la noche del cazador" dijo que Laughton era el mejor director con el que había trabajado nunca... U Mitch tiene una filmografía bastante abultada así que tenía donde comparar.

Gloria dijo...

Uy, me disculpo por el pedazo de frase inacabada del principio. Lease:
"Respecto a la famosa frase de Hitchcock, me pregunto porque se repite hasta la saciedad mientras que la aseveración de Wilder de que Laughton era el mejor actor con el que nunca había trabajado parece ser mayormente ignorada"

G. K. Dexter dijo...

Gloria.
Los seres humanos encajamos con quienes encajamos, para nuestra suerte o nuestra desgracia. Y en el cine existen ciertas combinaciones de profesionales que provocan estallidos de genialidad o que incluso muestran facetas desconocidas de alguno de ellos.
Aparte de los casos citados guardo un gran aprecio por la posibilidad que Leone le ofreció a Fonda de mostrarse como un mata-niños implacable en "Hasta que llegó su hora" (sin despreciar al alcaide "corrupto" en "El día de los tramposos", claro).
Gracias por pasarse.

Un saludo cinéfilo.

P.D.: y lo expresa muy bien en su último post (Gish y Laughton), cuando habla acerca de la gran impresión que la forma de actuar de Laughton le produjo a un joven David Lean.