Un espacio destinado a charlar acerca del cine, saboreando una taza de café (puede que más), sentados en torno a una mesa. Por el simple gusto de hablar por hablar acerca de una pasión compartida por una reducida infinidad, así nomás como son estas cosas.

Bienvenidos a mi hogar. Entren libremente. Pasen sin temor. ¡Y dejen en él un poco de la felicidad que traen consigo!

sábado, 30 de agosto de 2008

UN TOQUE DE NOSTALGIA

Un sábado más, un sábado musical.
Por alguna razón esta tarde, mientras caminaba por las calles vacías por causa del periodo vacacional, empecé a escuchar dentro de mi cabeza unos sones muy familiares. Lo que en un principio sólo era una melodía lánguida y sutil empezó a cobrar fuerza hasta que ya no pude resistirme a silbarla.
Les ahorraré mis esfuerzos para interpretarla con un poco de esmero, a continuación les incluyo el vídeo con la preciosa melodía “Eternally”, compuesta por el propio Charles Chaplin para su película “Candilejas”, la última que filmó en los Estados Unidos antes de su obligado exilio.




"Candilejas" ("Limelight", Charles Chaplin, 1952)


Lo más precioso de este tema, sobradamente conocido, es que acompaña a un filme que muestra cómo Chaplin ya era consciente de que la época de "Charlot" estaba tocando a su fin. Su interpretación de Calvero, un actor que había conocido tiempos mejores, nos da una buena prueba de ello.
Mas quien tuvo retuvo, como bien demuestra mediante los gags que escenifica acompañado por otro grande: Buster Keaton.


Veinte años después Hollywood repararía el daño hecho a Chaplin otorgándole a él y a los otros dos compositores, Raymond Rasch y Larry Russell, el oscar a la mejor banda sonora. Era el año 1972, Chaplin dejaría este mundo el día de navidad de 1977.

A modo de propina, les dejo la interpretación de este mismo tema a cargo del gran tenor canario Alfredo Kraus.


miércoles, 27 de agosto de 2008

PARA FOROFOS DE "EL HOMBRE DE ACERO"






Por mediación del blog de Alberto Q he descubierto dos blogs dedicados por entero a cuanto rodea a la figura de Superman. La verdad es que ambos merecen la pena, y se hayan especialmente indicados para los seguidores acérrimos del superhéroe.

Ambos son, respectivamente, el blog de Ángel y el Kryptoclub.
Una matización, el blog dé Ángel estará dedicado a Superman sólo durante este mes de agosto.

Les confieso que a mí, realmente, quien más me gusta es el personaje de Lex Luthor, y en especial la caracterización de Gene Hackman. Será porque siempre me encantaron los villanos de cine.




"Superman" ("Superman", Richard Donner, 1978)

martes, 26 de agosto de 2008

ORSON WELLES "FILMÓ" BATMAN

El Departamento de Búsquedas Infructuosas (D.B.I.) de El Loro Azul se ha encontrado durante sus incesantes rastreos por la red con un vídeo, repartido en dos partes, en el que se demuestra que hasta alguien del prestigio de Orson Welles se sintió atraído por la figura del hombre murciélago.






Una prueba definitiva y concluyente de que muy pocos han logrado resistirse al atractivo de este personaje. O acaso sólo sean algunos rollos desechados pertenecientes a su film "Fraude" ("F for Fake", Orson Welles, 1973).

domingo, 24 de agosto de 2008

CRÓNICAS MATRITENSES (Y III): EDWARD STEICHEN

Mientras aguardaba sentado en la escalinata del Museo Reina y Sofía, la botella de agua aferrada a la mano para combatir el calor agostí, mis ojos se paseaban por las ventanas que jalonaban la fachada del Hotel Mediodía. Algo en su disposición y en su forma me resultaba conocido. Di un nuevo sorbo a la botella y entonces caí en la cuenta de cuál era el detalle que tanto me había llamado la atención: se parecía a la fachada del Hotel Carlton de Cannes. Una impresión a la que cabría explicar el hecho de que nos encontráramos a unos treinta y dos grados a la sombra y a que además estaba a punto de entrar en la exposición dedicada a Edward Steichen. Una pura mezcla de espejismo y delirio sofocante.


Entre las fotografías expuestas fueron muchas las que me empujaron a detenerme para contemplarlas con mayor detenimiento. Y entre éstas, por supuesto, se encontraban aquellas en las que figuraban actrices y actores (Norma Shearer, Charles Chaplin, Marlene Dietrich, Douglas Fairbanks Jr.,...); desde la fotografía de Greta Garbo que acompaña a este post a aquella que representa una escena de la obra teatral “The Front Page”.


Sobre la fotografía de la Garbo poco puedo decir salvo que me produjo una vivísima impresión a causa de la composición en la que el negro del jersey enmarca el bellísimo rostro de la actriz, acudiendo al recurso de que se agarrara la cabeza entre ambas manos.


Portada de Life (1955) con una fotografía
de Greta Garbo del año 1928

Acerca de la imagen de la obra de Ben Hecht y Charles McArthur podría explayarme un poco más. Allí estaban Osgood Perkins y Lee Tracey, los intérpretes teatrales de aquellos dos periodistas que con el paso de los años encarnarían actores tales como Cary Grant, Rosalind Russell, Walter Mathau y Jack Lemmon. Casi podía oír como el director del Morning Post, Walter Burns, daba las indicaciones pertinentes a su mejor periodista, Hildy Johnson.

Nota adicional: si tienen oportunidad de acudir no dejen de leer el manifiesto acerca de la galería que fundara en Nueva York Alfred Stieglitz, la Galería 291 (llamada así por el número de la Quinta Avenida en la que estaba enclavada), que figura en uno de los libros expuestos, una galería que con el paso de los años acabaría por dirigir el propio Steichen.
El humor que destila recuerda con viveza al Chesterton de "El Hombre que Era Jueves".


En esta página puede encontrarse un amplio catálogo con fotografías de Edward Steichen.


La exposición Edward Steichen una epopeya en imágenes puede visitarse en el Museo Reina y Sofía de Madrid hasta el 22 de septiembre de 2008.

sábado, 23 de agosto de 2008

ISAAC HAYES, UN HOMENAJE TARDÍO

El pasado 10 de agosto, mientras hojeaba "La Vanguardia", mis ojos se detuvieron ante la página en la que figuraba publicada la necrológica de Isaac Hayes, un músico de soul y jazz cuyo nombre hasta ese momento me resultaba por completo desconocido. Con el ánimo dispuesto para rellenar esa laguna, aunque fuera a título póstumo, me embarqué de inmediato en la lectura de la breve semblanza biográfica.
Fue así como descubrí que este músico había sido el compositor e intérprete de la banda sonora de "Shaft", la película más representativa de lo que se denominó el blaxploitation, esa corriente cinematográfica que nació a principios de los setenta en los Estados Unidos. Entonces fue cuando caí en la cuenta de que yo mismo había visto tanto ésta como otras películas similares, durante aquella época en la que TVE se ocupaba de emitir filmes de todas las épocas y ya no sólo los últimos estrenos.

Como el lector interesado puede consultar otros blogs en los que sus autores, con mucho más acierto y sabiduría, pueden hablar de forma mucho más extensa acerca de este músico yo me limitaré a brindarle, aunque con cierto retraso, un tímido homenaje, incluyendo para ello algunos vídeos que se encuentran disponibles en la red.


El tema principal de "Shaft" (Gordon Parks, 1971) a cargo Isaac Hayes


Una escena de persecución automovilítica (sí, otra más) correspondiente a la película "Truck Turner", filme en el que Hayes no sólo se ocupó de la banda sonora sino que además actuó como actor, ocupándose de interpretar al personaje que la protagoniza.



"Truck Turner" (Jonathan Kaplan, 1974)



MILES DAVIS Y "ASCENSOR PARA EL CADALSO"

Para compensar el anterior comentario, y por ser sábado, un comentario sobre música.

En el año 1957 Louis Malle encargó a Miles Davis que compusiera los temas que acompañarían a su película "Ascensor para el Cadalso" ("Ascenseur pour l'Echafaud", Louis Malle, 1957).
Una prodigiosa oportunidad para disfrutar con los acordes de trompeta a cargo de este jazzman.



Imágenes de la realización de la banda sonora



Un extracto del mismo tema interpretado por Miles Davis

En el blog Cine con jazz se encuentra disponible un completo comentario acerca de cómo Miles Davis compuso la partitura para la película.

CRÓNICAS MATRITENSES (II): ME ACOJO A LA QUINTA ENMIENDA


Una de las oportunidades que me ofrecen mis visitas a Madrid es el acudir en persona a la Librería Ocho y Medio. Cierto que podría consultar su extenso catálogo por Internet y por tanto realizar el pedido de forma telemática, mas uno para ciertas cosas, y el caso de los libros es uno de ellos, se encuentra aún chapado a la antigua. Gusto de deambular ante las estanterías, consultando los títulos impresos en los lomos de los libros, de cuando en cuando extrayendo algunos de los anaqueles en los que reposan para poder hojearlos, y, si lo que leo me interesa, añadirlos a mi carrito, es decir, asirlo en la mano mientras prosigo rebuscando. "It´s the romantic in me" que diría Louis Renault.


En esta ocasión adquirí un librito que a pesar de su reducido tamaño, unas ciento ochenta y cinco páginas, fuentes bibliográficas y webgráficas incluidas, encierra entre sus tapas un estudio minucioso acerca de una oleada de oscurantismo y cerrazón que dominó a los Estados Unidos durante la década de los cuarenta y cincuenta del siglo XX. Su título, breve mas directo, lo dice todo: "Hollywood y la Caza de Brujas" (Librería Cervantes-Salamanca, 2008).


La autora, Isabel M. Barrios Vicente, según la información que consta en las solapas, es una licenciada en Filología Inglesa y doctora por la Universidad de Salamanca. De la amplitud de sus conocimientos acerca del tema ya da una pista el hecho de que su tesis doctoral trató precisamente sobre "la caza de brujas".


Un libro muy recomendable y que además se lee de una sentada puesto que la prolijidad de detalles e información que incluye en ningún momento lo convierte en pesado, al contrario, su estilo ameno transforma la labor de la lectura en un viaje a través de una época que quizás a pesar de que lo creamos así no ha quedado tan atrás, como bien prueban sucesos tales como el malestar mostrado por los asistentes a la gala en la que se concedió el Óscar honorífico a Elia Kazan en el año 1999.

Una oportunidad para desmontar mitos y falsas creencias, y al tiempo adquirir una visión completa y detallada del desarrollo de aquella campaña.

  • Testigos amistosos ("friendly witness") e inamistosos ("unfriendly witness").


  • Los métodos empleados por el HUAC (House Committee on Un-American Activities).

"Caza de Brujas" ("Guilty by Suspicion", Irwin Winkler, 1991)

  • Los "Diez de Hollywood": Alvah Bessie (guionista), Herbert Biberman (guionista y director), Lester Cole (guionista), Dalton Trumbo (guionista), John Howard Lawson (guionista), Samuel Ornitz (guionista), Ring Lardner Jr. (guionista), Edward Dmytryk (director), Albert Maltz (guionista), Adrian Scott (productor y guionista).



Porque como alguien dijo una vez los seres humanos, por nuestra propia naturaleza, estamos abocados a repetir los mismos errores una vez tras otra.

lunes, 18 de agosto de 2008

TODO ES ILUSIÓN

Sostengo en mis manos un recorte de prensa por entre cuyo texto me observa la fotografía de un viejecito. Su aspecto me sugiere la posesión de un aire afable y bonachón, una impresión que vienen a confirmarme tanto la sonrisa desplegada en su rostro como la gorra de visera que cubre su pelo ya blanco. Un aspecto como el descrito recuerda al propio de los artículos que versan acerca de las relaciones entre abuelos y nietos y, sin embargo, la temática del artículo resulta ser muy otra. Cuanto se explica de una forma concisa en este suelto es la carrera de un artesano muy pero que muy particular.

Hubo un tiempo no tan lejano en el que los decorados eran materialmente falsos. Se sabía que sólo eran representaciones, meras mascaradas, a veces no más que unas simples maquetas a las que un juego de espejos bajo una iluminación adecuada les proporcionaban un tamaño que desde luego no poseían. Sin embargo se los podía palpar y, una vez filmados y proyectados en una pantalla, se obraba el milagro del cine: superaban su esencia onírica para adquirir la condición de reales.

Hubo un tiempo, efectivamente, en el que una estirpe de artesanos aplicaban a su labor los conocimientos que poseían acerca de la iluminación y el empleo de espejos y miniaturas con el fin de erigir los decorados por los que se desenvolvían los actores. Una época en la que no existían aún potentes programas informáticos para recrear ambientes mediante el croma.

A esa estirpe y a esa época pertenecía Alexandre Trauner; el viejecito con el pelo blanco cubierto por una gorra que ahora parece fijar en los míos sus ojillos vivarachos.

Alexandre Trauner


Alexandre Trauner murió de viejo, a los ochenta y siete años, un día de diciembre del año 1983. Junto con él se iban no sólo su nutrida experiencia sino también el fundamento de sus creaciones y el gran talento mostrado a lo largo de más de medio siglo ejerciendo como director artístico, décadas durante las que contribuyó a la grandeza de directores de probado renombre tales como Billy Wilder, Orson Welles, Howard Hawks o John Huston.

A pesar de que su nombre suene a francés Alexandre vino a este mundo en Budapest, en el año 1906. A finales de los veinte, consciente de que los problemas que su condición de judío le acarreaba debido a la férrea dictadura que se había instaurado en su país, decidió marcharse de Hungría en busca de aires más saludables, y al menos más tolerantes. Es así como en el año veintinueve recala en París, una ciudad donde debido a una conjunción de afortunadas circunstancias se daba cita lo más granado del mundillo artístico y donde soplaban los vientos renovadores de las más modernas tendencias. Sin duda aquella ciudad era el lugar más adecuado para un joven emprendedor como él.

No tardará en entrar en contacto con el mundo de la cinematografía y al poco tiempo empieza a colaborar con el director francés René Clair. A su lado pronto dará muestras de cuáles eran sus capacidades a la hora de desempeñar las labores propias del técnico encargado del diseño de decorados.


Pasan los años y tras unas desavenencias con Clair acaba por dar el salto definitivo de la mano de Orson Welles, para quien construye los decorados de su recreación del drama shakesperiano “Otelo” ("Otelo", “The Tragedy of Othello: The Moor of Venice”, Orson Welles, 1952). A partir de entonces su carrera no dejará de ascender.


"Otelo"


Uno de sus primeros logros lo constituye el encargo que le hizo Hawks: la construcción de la pirámide de “Tierra de Faraones” (“Land of the Pharaohs”, Howard Hawks, 1955), una faraónica superproducción rodada en Egipto y en los estudios Cinecittà.

Durante la etapa de preproducción Trauner tan sólo tenía muy claras dos premisas que debían cumplirse a toda costa: era preciso erigir una pirámide y, además, Hawks exigía la más exquisita exactitud en lo que se referia a la ambientación histórica. Para lograr ambas Trauner necesitó hacer deberes, dedicando varias jornadas a pasear por las salas del Louvre al tiempo que tomaba notas en una libreta que llevaba consigo.

"Tierra de Faraones"


Otro director a cuyas órdenes sirvió fue John Huston. Obra suya es el templo erigido en Kafiristán de la película “El hombre que pudo reinar” ("The Man Who Would Be King", John Huston, 1975) . Al fin y al cabo no debía ser un reto tan difícil para alguien que se había ocupado de emular a los antiguos arquitectos egipcios.

"El Hombre que Pudo Reinar"


Sin embargo si por algo se le recuerda es por su colaboración con otro director legendario: Billy Wilder. Pero eso ya es tema para otra entrada...

domingo, 17 de agosto de 2008

HENRY MANCINI

En esta ocasión la música que nos acompaña se la debemos al compositor Henry Mancini (1924-1994).

Henry Mancini

Existe una página web en la que se puede encontrar una gran cantidad de información acerca de este compositor, donde pueden escucharse los temas de películas tales como La Pantera Rosa, Sed de Mal, Charada, Hatari, Desayuno con Diamantes y otros muchos; visionar vídeos o consultar el listado completo de sus partituras para bandas sonoras de películas así como fotografías y otros muchos recursos.

Sin más les dejo con el "Peter Gunn Theme", perteneciente a la serie homónima de televisión y compuesto por Henry Mancini, en este caso a cargo de la Orquesta de Terry Gibbs, con Conte y Pete Candoli (trompetas), Carl Fontana (trombón), Jerome Richardson (saxo), Plas Johnson (saxo) y el propio Henry Mancini (piano). Un tema este bastante versioneado por muchos artistas aunque la más conocida sea la debida a los Blues Brothers.




sábado, 16 de agosto de 2008

CRÓNICAS MATRITENSES (I): CHARLES CHAPLIN

Por las salas sobre cuyas paredes colgaban fotografías de otra época pocos eran los visitantes que deambulaban. Entre ellos me encontraba yo mismo, deteniéndome aquí y allá, ora en una fotografía ora en las imágenes en blanco y negro mostradas en las pantallas planas que colgaban entre las fotos. De cuando en cuando me detenía un poco más en una vitrina cuyo cristal protegía del tacto una revista o bien un libro cuyas páginas aparecían cubiertas de recortes de prensa. A mi vera algún que otro visitante hacía lo propio, sumidos todos nosotros bajo el mismo silencio reverente y educado.

Entonces una musiquilla llegó a mis oídos desde una sala próxima. Se trataba de una melodía alegre que me atrajo por su ritmo, un ritmo en el que se combinaban los sones de los violines y los de una flauta. Intrigado por la rítmica música dirigí mis pasos hacia la sala anexa pues sin duda era de ella de la que procedía.

Sobre una gran pantalla se estaban proyectando unas imágenes en un desvaído blanco y negro: Charles Chaplin, o más bien debería decir Charlot, estaba participando en un combate de boxeo. De inmediato se agolparon en mi mente los recuerdos por lo que sin esperar más, y aún encontrándose principiada la proyección de la escena, me senté en uno de los bancos dispuestos al efecto.

Al principio traté de ahogar la risa que pugnaba por brotar de mi garganta a la vista de las coreográficas evoluciones de Charlot sobre el cuadrilátero, lo cual me supuso mis buenos esfuerzos, sobre todo al contemplar el baile que desarrollaban a los sones de la música tanto Charlot como su contrincante y, desde luego, el desafortunado árbitro.

Naturalmente al final pudo más la hilaridad provocada por la escena que mis deseos de no importunar a mi vecino de asiento. Cuestión ésta que pronto se reveló baladí puesto que quien no estaba aguantando las carcajadas era precisamente quien se encontraba sentado a mi lado.

Aunque sólo se proyectaba la escena del combate me he encontrado con el siguiente vídeo en el que figura la escena completa. Espero que lo disfruten tanto o más que yo mismo.




Charlot boxeador en “Luces de Ciudad” (“City Lights”,
Charles Chaplin, 1931)

En el mismo pasillo que comunicaba con esa sala, junto a una fotografía de Chaplin tendido en el suelo con unos patines en los pies, un cartelito informativo mostraba con gran claridad los efectos que provocaban sobre el público las películas de Charlot. Por su interés no me resistí a copiarlo para transcribirlo a continuación:


"Anoche estrenamos una película suya, de título Charlot, héroe del patín, protagoniada por Charles Chaplin. Las constantes carcajadas y los gritos del público hicieron temblar las paredes del local [...]. Hace muchos años que proyectamos películas sin que se hayan producido pérdidas de vidas humanas ni daños materiales. Charlot, héroe del patín supone una amenaza para cualquier edificio, una sola jornada de proyecciones nos ha supuesto un desembolso considerable en reparaciones. Adjuntamos las facturas del yesero y del carpintero. Sería de agradecer que nos enviaran un cheque a vuelta de correo".
Carta del encargado de la sala Princess Theatre de Ohio a la Mutual Film Corporation.



Y a modo de propina los dos discursos que aparecen en “El Gran Dictador” (“The Great Dictator”, Charles Chaplin, 1940): el de Astolfo Hynkel y el de “el Barbero Judío”. Mientras que el segundo se proyectaba en una de las salas del primero había disponibles una serie de fotografías de gran formato.




Discurso de Astolfo Hynkel




Discurso final en castellano (en la exposición se proyectaba en versión original subtitulada)



La exposición Chaplin en Imágenes puede visitarse en el CaixaForum de Madrid hasta el 19 de octubre de 2008.

domingo, 10 de agosto de 2008

LA MAGIA DE PIXAR

Como a partir de mañana me voy a dar un merecido descanso de cuatro días no quería dejar este blog sin la presencia de un poco de humor. Para ello qué mejor procedimiento que incluir dos películas cortas salidas de la factoría Pixar, máxime ahora que acaban de estrenar en España su última película "Wall-E" ("Wall-E", Andrew Stanton, 2008).


En primer lugar el corto animado "For the birds" (Ralph Eggleston, 2000), realizado como complemento de la película "Monstruos, S.A." ("Monsters, Inc.", Pete Doctor, David Silverman, Lee Unkrich; 2001). Aunque ya tiene sus añitos no ha perdido nada de su gracia original.
Toda una muestra de que al final quien ríe el último ríe mejor.




En segundo lugar otro corto animado, "Lifted" (Gary Rydstrom, 2007), éste realizado para la película "Ratatouille" (Brad Bird, Jan Pinkava; 2007).
Porque, ¿dónde está escrito que la abducción sea una tarea sencilla?




Presten atención a los títulos de crédito: ahí está el Grito Wilhelm.



Para ver más cortos se puede acceder directamente a la página web de Pixar. Merece la pena.

UN GENIO ATORMENTADO QUE ERA CONSCIENTE DE SU GENIALIDAD... ORSON WELLES

El Welles que firmó el contrato de sesenta y tres páginas con la RKO en agosto de 1939, por el cual se comprometía a filmar dos películas en un plazo de año y medio, era un hombre consciente tanto de su gran talento como de la altura de sus capacidades. Esta seguridad en sí mismo, junto con los hitos alcanzados previamente a lo largo de su carrera, le permitieron el obtener unas ventajosas condiciones entre las que cabría destacar el poder aunar en su persona la triple condición de productor, director y guionista; Hollywood aún le consideraba un joven genio por lo que aceptaba sin rechistar todas sus exigencias.


Fotografía de Orson Welles en 1939


El primer fruto que ofreció a la productora fue su filme “Ciudadano Kane” (“Citizen Kane”, 1941), alabado por muchos por su guión (en el que colaboró un Hermann J. Mankiewicz al que fue preciso encerrar en una alejada cabaña a orillas de un lago para garantizar que permanecería sobrio mientras cumplía con su labor) y unas innovaciones técnicas a las que no era ajeno Gregg Toland, el director de fotografía, quien ya había ganado un oscar por “Cumbres Borrascosas” (“Wuthering Heights”, William Wyler, 1939).



Fotografía promocional de "Ciudadano Kane"


Pero a la hora de filmar la segunda película a la que le obligaba el contrato firmado Orson Welles terminó por vender su alma al diablo, metafóricamente hablando. Necesitado de la liquidez que le exigían los otros proyectos en los que se había embarcado, un carácter inquieto como el suyo le impedía dedicarse a uno solo de cada vez, acuerda con la RKO la cesión del final cut. Éste es aquel derecho establecido en el contrato que faculta a su poseedor para decir la última palabra en lo que se refiere al montaje final; es forma de garantizar el control completo sobre el contenido de la copia definitiva, a partir de la cual se van a realizar las sucesivas copias que serán exhibidas.


La consecuencia de su decisión no tardaría en producirse y aquella su segunda película, y última para la RKO, “El Cuarto Mandamiento” (“The Magnificent Ambersons”, 1942), sufriría durante su montaje graves mutilaciones que supusieron su acortamiento en cuarenta y cuatro minutos y el drástico cambio del final filmado por el director.


El Cuarto Mandamiento


Orson Welles, hastiado, abandonará Hollywood, dando comienzo a un largo peregrinar en busca de fondos con los que financiar sus siguientes producciones. Había pasado de ser considerado un genio a ser tachado de director problemático, demasiado propenso a necesitar abultados presupuestos para llevar a la pantalla sus creaciones; aquello resultaba intolerable en aquel mundillo donde el cine no dejaba de ser una modalidad de negocio más.

La experiencia volvió a repetirse años después, cuando Welles tuvo que contemplar cómo “Sed de Mal” ("Touch of Evil", 1958) era también objeto de brutales cortes por parte de la Universal. La copia original enviada a la productora, de una duración de unos ciento nueve minutos, fue adelgazada sin piedad mediante la supresión de varias escenas, para acabar reducida en el montaje final a poco más de hora y media (noventa y cinco minutos para ser exactos). ¡Catorce minutos de celuloide acabaron en la papelera de la sala de montaje!
No contentos con estas eliminaciones la escena inicial que contiene ese impagable plano secuencia rodado recurriendo a la “dolly” se desvirtuó mediante el añadido de los títulos de crédito y la banda sonora. Y para mayor ofensa hacia el director incluso se encargó a Harry Keller la filmación de algunos “raccords” que cambiaban la continuidad cinematográfica entre escenas.

El arranque de "Sed de Mal"



Esa copia definitiva empezaría a exhibirse en salas en el mes de mayo de 1958.


Por supuesto lejos de permanecer indiferente ante estos tijeretazos y cambios demenciales el cineasta montó en cólera y su respuesta airada no se hizo esperar. Una réplica que se materializó en un encendido memorándum compuesto por cincuenta y ocho páginas en las que daba indicaciones precisas acerca de cuál debía ser el montaje de las escenas, enumerando asimismo los cambios introducidos por la productora.
Habrían de transcurrir cuatro largas décadas desde su estreno para que en el año 1998 llegara a las pantallas una versión de esta película bajo la etiqueta “director´s cut”. Una versión para cuyo remontaje se siguieron las indicaciones dejadas por Welles en su antes citado memorándum.
Lamentablemente el genial director no pudo disfrutar de su triunfo puesto que ya llevaba trece años durmiendo el sueño eterno en la hacienda de Antonio Ordóñez, situada en Ronda (Málaga), donde descansan por propio deseo sus cenizas.

En el blog de Ediciones Plot se pueden leer algunos extractos del libro “El arte del Montaje”, de Michael Ondaajte, donde se plasman las conversaciones mantenidas por el autor con el montador Walter Murch, el encargado del remontaje de “Sed de Mal” a partir de las indicaciones redactadas por Welles en su memorándum.

sábado, 9 de agosto de 2008

DESPUÉS DE USTED, MAESTRO (Y DOS)

Un sábado más retomo mi costumbre de introducir un poco de música en este blog. Hoy en concreto, quizás a causa del día luminoso que estamos disfrutando, siento la necesidad de acudir al repertorio clásico. Sin más preámbulos vamos allá.


En el año 2002 Roman Polanski dirigió su película "El Pianista" ("The Pianist"), en la que se nos cuentan las azarosas circunstancias que le tocó al pianista polaco Vladislav Szpilman (interpretado por Adrien Brody) durante la ocupación alemana.
La maravillosa banda sonora, compuesta íntegramente por piezas del compositor polaco Frédéric Chopin, posee esa clase de belleza a la que ni siquiera un aficionado como yo puede sustraerse. No por nada aún no sabiendo tocar ningún instrumento siempre me ha atraído éste en concreto: el piano. Será debido a su sonoridad especial o quizás, y sólo quizás, a que un buen amigo de mi infancia empezó a aprender a tocar este instrumento desde muy pequeño.


A continuación incluyo la escena en la que Szpilman es sorprendido por el oficial alemán en la casa del ghetto de Varsovia bajo cuyo techo había encontrado refugio. Para que demuestre la verdad de su afirmación de que se trata de un pianista el militar le exige a modo de prueba que interprete alguna pieza al piano. El músico se sienta ante el instrumento, nervioso, hace algunos años que no toca, se frota las manos y empieza a pulsar las albinegras teclas. Poco a poco va cogiendo más y más confianza hasta que al final siente cómo la música fluye como antaño...
La pieza que suena durante esta dramática escena es la balada número 1, opus 23, en Sol menor.



El Pianista (The Pianist, Roman Polanski, 2002)


A continuación les incluyo un vídeo en el que se puede saborear la interpretación de esta pieza a cargo del pianista ruso Vladimir Horowitz, en un concierto grabado en el Carnegie Hall de Manhattan (Nueva York).



Balada número 1, opus 23, en Sol menor, de Frédéric Chopin, por Vladimir Horowitz

UNA ANÉCDOTA DE ETHEL BARRYMORE Y LOUIS CALHERN

Se cuenta que en cierta ocasión en la cual Ethel Barrymore y Louis Calhern, otro que también era bastante aficionado a las bebidas espirituosas, se encontraban representando una obra teatral en medio de una jira interestatal por los Estados Unidos, acordaron que para evitar problemas se emborracharían antes de cada función pero en noches alternativas. Por medio de esa argucia el compañero sobrio se encontraría en disposición de dar con presteza las entradas al otro, ocultando así al público asistente su estado francamente inadecuado, cuando no lamentable, para desenvolverse sobre las tablas.

Louis Calhern y Ethel Barrymore

Todo iba bastante bien hasta que quiso la fatalidad que en cierta velada se produjera una confusión que trajo como consecuencia que ambos actores bebieran en exceso, siempre según unos márgenes que serían aplicables a los comunes de los mortales, estatus éste que ambos sobrepasaban con largueza. Una vez en escena los dos se quedaron mudos, sin que ninguno fuera capaz de articular palabra alguna. El cada vez más desesperado apuntador trataba en vano de comunicarles las entradas en voz queda, sobre el escenario ellos permanecían mudos e inmóviles.

Finalmente Louis, posiblemente harto de tanto infructuoso cuchicheo, se volvió hacia el ocupante de la concha y se dirigió a él más o menos en los siguientes términos: “No se moleste. Conocemos perfectamente nuestros papeles. Lo que pasa es que no sabemos quién dice qué”. Seguramente a eso Oscar Wilde lo denominaría "savoir faire".

martes, 5 de agosto de 2008

A CARCAJADA LIMPIA Y TAN SIQUIERA SIN DESPEINARSE

El debut de Richard Widmark no pudo ser más espectacular e impactante. Su recreación actoral del psicópata Tommy Udo le abrió de par en par las puertas de la fama al tiempo que dejó sobrecogidos a los espectadores que asistieron a su exhibición de maldades.
¿Quién no recuerda al desalmado,... -sustituyan ustedes mismos los anteriores puntos suspensivos por los adjetivos más coloristas e intensos que se les vengan a la cabeza- que cometió la villanía de arrojar a una indefensa inválida escaleras abajo, silla de ruedas incluida?





El beso de la muerte (Kiss of Death, Henry Hathaway, 1947)


El guión de este filme es obra de Ben Hecht y Charles Lederer. Esta fértil pareja de guionistas ya habían colaborado con anterioridad en otro clásico, aunque éste fuera de un signo muy diferente, la screwball comedy Luna Nueva (His Girl Friday, Howard Hawks, 1940), que a su vez estaba basada en la obra teatral que ellos mismos habían escrito mano a mano unos años antes: The Front Page.


Por cierto, y con la sana intención de introducir un poco de cotilleo en este post, habría que añadir que la tía materna de Charles Lederer no era otra que Marion Davis, la amante de William Randolph Hearst, el omnipotente magnate de la prensa. Precisamente el individuo en cuya vida se basó Orson Welles para trazar el retrato del personaje principal de su Ciudadano Kane (Citizen Kane, 1941), una película en cuyo guión también participó Herman J. Mankiewicz, hermano del director de cine Joseph L. Mankiewicz, y a la sazón a quien se debe el haber convencido a Ben Hecht para viajar hasta la meca del cine (léase Hollywood).
Un último apunte, Orson Welles, deseoso de figurar para la posteridad como único autor del guión de Ciudadano Kane trató de comprar el reconocimiento de la co-autoría de Herman, proponiéndole a cambio el entregarle un abultado cheque bajo la condición de que no figurara en los títulos de crédito. Como éste dudara acerca de cuál debería ser la decisión a tomar ante un ofrecimiento tan suculento decidió pedir consejo a su amigo Hecht el cual le soltó una lacónica recomendación: “toma el dinero y corre”. Sin embargo Herman no hizo caso al acertado consejo y al final se quedó sin el cheque, aunque a cambio su nombre sí que figuró en los títulos de crédito.


Mas, como diría el bueno de Moustache (Lou Jacobi) esas son otras historias.

domingo, 3 de agosto de 2008

CUANDO AÚN EXISTÍA SENTIDO DEL HUMOR

Cuando aún el sentido del humor no era uno de los sentidos menos comunes hasta Steven Spielberg se permitía filmar una película en la que se parodiaba la ola de paranoia que recorrió los Estados Unidos tras el bombardeo de Pearl Harbor. El resultado fue una comedia que lejos de que se la pueda considerar como una obra maestra no deja de poseer unos gags lo suficientemente divertidos como para arrancar algunas carcajadas del espectador. Y por si fuera poco permite asisistir a la actuación de un John Belushi desatado y metido en su salsa, lo cual para mí ya es suficiente aliciente.



1941
(Steven Spielberg, 1979)

RECOGIENDO CONCHAS EN LA PLAYA

Me había propuesto tomarme unos días a modo de desconexión internáutica pero hete aquí que al elaborar el anterior post me encontré con dos páginas que me resultaron tan interesantes que no pude evitar la tentación de incluir en un post sus enlaces respectivos. Una vez más cumplo al pie de la letra la popular afirmación de Oscar Wilde, aquella de que puedo resistir cualquier cosa, menos la tentación.


La primera de las páginas es un blog a cargo de Paco López Barrio en el que, como guionista que es, se incluyen comentarios de películas con el análisis del guión como común denominador.
Por cierto que en una de sus entradas habla precisamente acerca de mi escena favorita de Qué me pasa, doctor?, posteada en la anterior entrada.


Vamos allá con el segundo de los hallazgos.



La otra página está dedicada al conocido, valga la redundancia, como mago del suspense, sir Alfred Hitchcock (acentuando el cock final al modo en que lo hacían en aquella serie de televisión, Alfred Hitchcock presenta, de la que tantos recuerdos atesoro).

CON TODO EL SABOR DE ANTAÑO

Cuando el cineasta Peter Bogdanovich, un gran amante del cine, se propuso un buen día homenajear a las comedias clásicas de los años treinta y cuarenta, lo que se conoce como screwball comedy, no tuvo una mejor idea que dirigir esta película: ¿Qué me pasa, doctor?



Canción inicial, You´re the top (Cole Porter), cantada por Barbra Streisand


Un musicólogo al que interpreta el actor Ryan O´Neal llega a la ciudad de San Francisco en compañía de su esposa, portando consigo una bolsa de mano que contiene algunas rocas. No se trata de simples pedruscos sino de auténticas rocas metamórficas que poseen una característica que las convierte en especiales: la propiedad de emitir diferentes sonidos cuando se las golpea con un diapasón.
Para complicar un poco su tranquila existencia se da la casualidad de que existen otras tres bolsas idénticas, si bien sus respectivos contenidos son muy diferentes los unos de los otros. Añadamos a esto que una panoplia de personajes a cual más extravagante se han propuesto hacerse con alguna de esas bolsas por cualquier medio y ya tendremos el macguffin que anima la acción.


Sin embargo todo esto no deja de ser circunstancial. Una pista acerca de cuál es la verdadera esencia del filme nos la da el propio aspecto de Howard Bannister (O´Neal). En un claro homenaje a La fiera de mi niña de Howard Hawks el director no duda en disfrazar a este galán a imagen y semejanza de Cary Grant: aspecto aturdido propio de un estudioso ordenado y meticuloso, a la par que bastante ensimismado en su propio mundo, gafas de pasta incluidas. En suma, la perfecta víctima para los embates de Judy Maxwell (Barbra Streissand), deseosa de cautivarlo a cualquier precio, aunque para ello le sea preciso recurrir al procedimiento de agitar en gran medida su anodina vida, aunque sea contra su voluntad.


¿Qué me pasa, doctor?
(Whats up, doc?, Peter Bogdanovich, 1972)


Lo cierto es que todo lo anterior no es más que una excusa para incluir el vídeo con la escena de la persecución a través de las calles de San Francisco. Una de esas escenas que no me canso de visionar una vez tras otra, y es que cada vez que lo hago no dejo de encontrar detalles que había pasado por alto, amén de que no deja de sorprenderme la cuidadosa planificación que se haya detrás de cada uno de los gags dispuestos a lo largo de su desarrollo.