Un espacio destinado a charlar acerca del cine, saboreando una taza de café (puede que más), sentados en torno a una mesa. Por el simple gusto de hablar por hablar acerca de una pasión compartida por una reducida infinidad, así nomás como son estas cosas.

Bienvenidos a mi hogar. Entren libremente. Pasen sin temor. ¡Y dejen en él un poco de la felicidad que traen consigo!

martes, 31 de marzo de 2009

ESTABLECIMIENTO FUNDADO EL 31 DE MARZO DE 2008



Ha transcurrido un año completo y aquí seguimos todos, a pie de mesa, café y cine de por medio...,
...alguna que otra tarta...,
...un poco de música...,
...risas...,
...y tristezas...

Sólo resta continuar, continuar, continuar,...

...continuar en busca de nuestros personales horizontes perdidos.


... y muchísimas gracias por estar ahí.

lunes, 30 de marzo de 2009

MAURICE JARRE

13/9/1924 - 29/3//2009




Permítanme que con no poca osadía ceda la palabra a alguien que podrá homenajearle muchísimo mejor que un mero aficionado como yo, y que además lo ha hecho con mucho sentimiento en un post de su blog, Friki pero Poco: Sergio Arán.


Que la batuta le sea leve, monsieur Maurice Jarre, allá donde se encuentre.



domingo, 29 de marzo de 2009

sábado, 28 de marzo de 2009

EL PROYECTO 410





Transcurre el mes de mayo, estamos en el año mil novecientos cuarenta y dos. A poco más de doce mil kilómetros de la población marroquí de Ed Dar al-Baydá se impartían las órdenes pertinentes con las que daba comienzo el así llamado proyecto número cuatrocientos diez.
Sí, nos encontramos en Hollywood, aunque lo que se recree en los estudios de una de las majors, la Warner Bros, sea el caluroso a la par que lejano Marruecos. Se dejan oír las conocidas palabras -“luces, motor, acción”- y da inicio su andadura una película que sin que quepa lugar para la duda ha llegado a convertirse en una obra mítica: su título, "Casablanca".

A primera vista no se trataba más que de otro melodrama, para nada muy diferente a cualesquiera de los otros que había producido anteriormente el estudio. Sí que cabía percibir que por sus venas de celuloide circulaba una cierta carga de propaganda, mas esta característica se había convertido en algo tan habitual que para nada extrañaba a nadie. Los estadounidenses ya habían entrado de lleno en el conflicto. Apenas un año antes se había producido el duro despertar a la realidad geopolítica imperante, una salida del largo sueño un tanto violenta, materializada en el ataque japonés sobre la base de Pearl Harbor.

Aquellos eran unos tiempos convulsos, durante los cuales hasta la propia industria cinematográfica se unía al esfuerzo bélico aportando su correspondiente grano de arena. Mucho se ha hablado, dictaminado y escrito acerca de esta película.

  • La elección de sus actores, y los orígenes teatrales del argumento.
  • La indudable oportunidad histórica de su estreno. A este respecto basta con pensar en la mención velada que se realiza hacia la posición mantenida por los Estados Unidos con anterioridad al año cuarenta y uno, un ejemplo de la política del no intervencionismo[1] propugnada por la Doctrina Monroe.
  • La equivocada idea mantenida por muchos coetáneos de que en realidad se encontraban ante lo que cabría definirse como un mero sleeper[2] de serie B[3] cuando a decir verdad la película disponía de un presupuesto propio de cualquier gran producción, de acuerdo a lo que venía siendo habitual en la Warner: casi un millón de dólares.
  • La forma de desarrollar el rodaje, en el seno de un ambiente de claroscuros acerca de cuál iba a ser el desarrollo argumental.

Lo demás, lo demás es historia...




"Casablanca" (Michael Curtiz, 1942)




[1]Rick llega a murmurar en un momento dado, en presencia de su fiel amigo Sam: “Si ahora son las 19:41 horas en Casablanca, ¿qué hora es en Nueva York? Ahora allí deben estar durmiendo. Toda América duerme ahora”.

[2]Con ese término se hace referencia a aquellas películas de pequeño presupuesto a partir de las que se espera obtener poca recaudación y que sin embargo superan contra todo pronóstico tales expectativas.

[3]La clasificación de las películas en A, B,…, se debe al productor ejecutivo de la Warner Darryl F. Zanuck quien, tras su marcha en 1933, sería sustituido precisamente por Hal B. Wallis, el productor de "Casablanca".

MÚSICA DE BARRY LYNDON


"Barry Lyndon" (Stanley Kubrick, 1975)






Sarabande de G. F. Haendel a cargo de la National Philharmonic Orchestra, dirigida por Leonard Rosenman, incluida en la banda sonora de la película


Sarabande de G. F. Haendel


Adaptación del segundo movimiento del Trío para piano, violín y chelo opus 100 de Franz Schubert


Segundo movimiento del Trío para piano, violín y chelo opus 100 de Franz Schubert; Eugene Istomin, piano, Isaac Stern, violín, Leonard Rose, chelo


martes, 24 de marzo de 2009

MARCO POLO



“...El Gran Kan trataba de ensimismarse en el juego: pero ahora el porqué del juego era lo que se le escapaba. El fin de cada partida es una victoria o una derrota: ¿pero de qué? ¿Cuál era la verdadera baza? En el jaque mate, bajo el pie del rey destituido por la mano del vencedor, queda la nada: un cuadrado blanco o negro. A fuerza de descarnar sus conquistas para reducirlas a la esencia, Kublai había llegado a la operación extrema: la conquista definitiva, de la cual los multiformes tesoros del imperio no eran sino apariencias ilusorias, se reducía a una tesela de madera barnizada.

Entonces Marco Polo habló:

-Tu tablero, sire, es una taracea de dos maderas : ébano y arce. La tesela en la que se fija tu mirada luminosa fue tallada en un estrato del tronco que creció durante un año de sequía : ¿ves cómo se disponen las fibras?Aquí se distingue un nudo apenas insinuado: una yema trató de despuntar un día de primavera precoz, pero la helada de la noche la obligó a desistir -el Gran Kan no había advertido hasta ese momento que el extranjero supiera expresarse con tanta fluidez en su lengua, pero no era esto lo que le pasmaba-. Aquí hay un poro más grande : tal vez fue el nido de una larva; no de carcoma, porque apenas nacido hubiera seguido excavando, sino de una oruga que royó las hojas y fue la causa de que se eligiera el árbol para talarlo... Este borde lo talló el ebanista con su gubia para que se adhiriera al cuadrado vecino que sobresalía...

La cantidad de cosas que se podían leer en un trocito de madera liso y vacío abismaba a Kublai; Polo le estaba hablando ya de los bosques de ébano, de las balsas de troncos que descienden los ríos, de los atracaderos, de las mujeres en las ventanas...”



Las ciudades invisibles”, Italo Calvino.



Desde Venecia



Plaza de San Marcos (vista norte), 1729,
Antonio Canal "Canaletto"


hasta la China de Kublai Khan.



"Marco Polo" (Giuliano Montalvo, 1982),
serie de TV producida por la RAI


La música compuesta por Ennio Morricone... Sin palabras...


¡Ea! Cerremos y los ojos y viajemos...


lunes, 23 de marzo de 2009

LUCHAR CONTRA LA REALIDAD





"Bien, he luchado contra la realidad durante 35 años, doctor, y soy feliz de darme cuenta de que finalmente la he ganado para mi causa".

Elwood P. Wood



Otra de mis costumbres, aparte de las ya citadas en anteriores posts, es la de acudir al empleo de las servilletas de los bares para efectuar anotaciones. Como por el momento quienes regentan tales establecimientos no han dado muestras de contrariedad por el consumo que les hago sigo manteniéndola.

Dentro de mi método de archivo las anotaciones pasan por dos fases consecutivas. Una primera en la que permanecen guardadas en alguno de los bolsillos o, si gozan de mayor suerte, reposando en el interior de la cartera. Sólo si no las empleo rápidamente pueden correr el riesgo cierto de pasar a mejor vida dando vueltas dentro del tambor de la lavadora; de lo contrario acabarán en alguno de mis múltiples cuadernos.
Al procedimiento indicado hay que agregar el collage que conforman las notas post-it virtuales en el escritorio de mi ordenador (hace tiempo que no empleo las otras porque a la vista del monitor uno podía pensar que en cualquier momento iba a levantar el vuelo).
El caso es que hace un par de días, mientras rebuscaba en mi cartera, mis dedos tropezaron con una tarjeta de visita. Ya hacía tanto tiempo desde que había llegado a mi poder que prácticamente la había olvidado. En una sencilla letra de imprenta podía leerse un nombre, Elwood P. Wood, una dirección y dos números de teléfono, aunque sólo el segundo era el bueno puesto que el otro era el antiguo y, como consecuencia, si me diera por marcarlo nadie contestaría al otro lado. O al menos eso fue lo que me aseguró el individuo largirucho que me lo tendió cuando le abordé en plena calle para pedirle lumbre.






Acerca de ese hombre sólo recuerdo su sonrisa, su sonrisa y un detalle que atrajo mi atención: portaba un abrigo colgado del brazo, a pesar de que el sol lucía con calidez, y además llevaba dos sombreros. Naturalmente se entiende que sólo iba tocado con uno de ellos, puesto que el otro lo llevaba en la mano.
Al no disponer ni de encendedor ni de cerillas no pudo dar satisfacción a mi petición por lo que me despedí de él mediante un amable saludo, no sin volverme para observarle mejor cuando ya me había alejado un par de pasos.




La sensación de paz, y hasta concordia, que me envolvió tras el fortuito encuentro descrito me duró durante al menos el resto de la jornada. Un hombre, éste, bastante peculiar.
Muy peculiar.
Tras participarle la anécdota al señor Pond, éste, hombre que acostumbra a abismarse en sí mismo antes de proporcionar una respuesta, me miró con ojos brillantes mientras una sonrisa se dibujaba en su rostro. No acostumbra a reaccionar tan rápido por lo que deduje que algo sabía acerca del tema, por lo que aguardé a que me diera alguna explicación.

¿Sabes lo que es un pooka?”, me preguntó por fin. Como fuera que mi rostro le hizo comprender que a mí ni tan siquiera me sonaba tal palabra volvió a sonreír antes de continuar. "Es un duende de la mitología irlandesa. Según unos de carácter maligno, según otros simplemente un bromista. Suele aparecerse a la gente bajo una forma animal, caballo o conejo, por ejemplo, y, a veces, a los borrachines, como ese hombre con el que te cruzaste. Si no me equivoco aunque no pudiste verlo (para ello hay que creer en su existencia) a su vera se movía un conejo de unos dos metros de altura. Creo recordar que su nombre es Harvey".

La doble sorpresa que me provocó esta revelación, en parte porque el señor Pond conociera a aquel extraño y en parte porque ni por lo más remoto me esperaba algo semejante, no fue nada comparable al contenido de una nota que me pasó, después de garrapatear un texto en ella. "Toma, entra aquí y verás lo afortunado que has sido, sin siquiera imaginarlo".

Qué quieren que les diga. Desde entonces a veces siento la tentación de llamar al segundo número escrito en la tarjeta. Nunca al primero, puesto que éste, y eso me quedó muy claro, es el de su antiguo domicilio.





"El Invisible Harvey" ("Harvey", Henry Koster, 1950)



NOTA ADICIONAL: en la web El Poder de la Palabra podrán encontrar más información acerca de la filmografía de Henry Koster.

domingo, 22 de marzo de 2009

EL DESPERTAR EN UN DOMINGO PRIMAVERAL





"O soave fanciulla" de la ópera La Bohéme de Giacomo Puccini, cantan Rolando Villazón y Anna Netrebko



Incluida en la película "Despertares" ("Awakenings", Penny Marshall, 1990). Aunque la versión incluida en la banda sonora fue la de Mirella Freni y Nicolai Gedda.


Es lo que tiene leer el Babelia los sábados. Ayer mismo entre otros muchos interesantes artículos se publicaron varios dedicados a la ópera, incluidas sendas entrevistas a Anna Netrebko y a Elina Garanca. Desde la primera vez que escuché esta delicada aria, hace ya unos cuantos años, en una cassette que o compré o me regalaron (es un recuerdo difuso), la relaciono con el sol y la primavera... Lo de hablar de la banda sonora, lo confieso, sólo constituye una excusa, o si lo prefieren un mero macguffin.


Como algunos saben me encanta Alfredo Kraus por lo que, wildeanamente tampoco resisto la tentación de agregar su versión, junto a Renata Scotto.



La primavera arriba a este cafetín, aunque sea con tres días de retraso.

sábado, 21 de marzo de 2009

CAMBIO DE TERCIO, MUSICALMENTE HABLANDO



¿Qué tienen en común Ben Kingsley




y Steven Spielberg?





La respuesta que busco no es que ambos portan gafas de sol (¡hum!, pero podría valer). Tampoco que ambos participaron en "La Lista de Schindler" (no puedo apartar este tema de la cabeza). Pues no, la respuesta es que a ambos les gusta la música de Kroke...







Kroke





No deseo desaprovechar la ocasión para recomendarles el blog de un buen amigo, alguien a quien su gusto por el jazz sólo se puede comparar con el que siente por la buena conversación: Música pa disfrutar. Música para cuando los dragones susurren melodías al oído.

LA APORTACION MUSICAL DEL SEÑOR POND...





Vocalise opus 34/14 de Sergei Rachmaninoff, Itzhak Perlman violín

IN MEMORIAM NATASHA RICHARDSON





El prematuro recibimiento que le habrán brindado a Natasha Richardson...

miércoles, 18 de marzo de 2009

PROVECHOSA "SEMANA" DE SAN PATRICIO


A P*** A***.








Ayer mismo tuve ocasión de recuperar una de esas tradiciones que había abandonado durante los últimos años: tomarme unas cervecitas durante el Día de San Patricio. Y, ¿a qué negarlo?, mientras daba buena cuenta de un ... par de copas, inmerso en una animadísima conversación, a los sones folkies de una jam session, no pude menos que recordar la escena de cierta película...




"El Hombre Tranquilo" ("The Quiet Man", John Ford, 1952)


La Grimbergen (?) es lo que tiene...

... si es que a mí, personalmente, la Guinness...

... menos mal que no pasamos a los maltas escoceses...

martes, 17 de marzo de 2009

CHAPLIN LLEGA A OVIEDO




"Un Rey en Nueva York" ("A King in New York", Charles Chaplin, 1957)



En el periódico que hojeaba esta misma mañana, tomando un café antes de entrar a trabajar, hubo una noticia que me llamó poderosamente la atención. Bueno, les seré sincero. Atrajo mi interés lo poco que logré entrever, merced a los efectos de la cafeína: un par de fotografías en blanco y negro de Charles Chaplin. Como me encuentro demasiado acostumbrado a "despertarme" con noticias de una clase muy diferente, ese cambio en la tónica habitual hizo que detuviera mi hojeo, imaginando que formaría parte de esos artículos variados que de cuando en ando aparecen en las páginas centrales de los periódicos.

Me alegro muy especialmente de haber estado equivocado. Lo que anunciaba ese artículo era la inauguración, esta misma tarde, hoy mismo, en el edificio histórico de la Universidad, de una exposición dedicada a Charles Chaplin. Por ironías del destino, precisamente la misma, organizada por la Obra Social de La Caixa, que se celebró el año pasado en Madrid: Chaplin en Imágenes.

Por una vez la montaña viene a uno...

Ahora sólo falta que no encuentre un ratito, de aquí al 30 de mayo, para ir a visitarla una vez más...

domingo, 15 de marzo de 2009

CULMINEMOS LA SEMANA CON TÍTULOS DE CRÉDITO



Durante mis vagabundeos por la red de redes, saltando de página en página cual un Tarzán virtual, a menudo me encuentro con webs muy interesantes. Algunas las linkeo en mi sidebar, otras las guardo en favoritos y otras, muchas, casi la mayoría, las guardo en un documento de texto, a modo de archivo de enlaces.

Hoy quiero linkear en este post una de ellas. Podrán encontrarla también en la sidebar, en la sección denominada Puzzle. Por una vez, y sin que sirva de precedente, su hallazgo no se debe al extraordinario olfato del señor Pond, el responsable del D.B.I.

La página se llama The Art of The Title Sequence, en ella su(s) desarrollador(es) se ocupa(n) de agrupar títulos de crédito de todas las épocas; incluidos los de Saul Bass, por supuesto.

Ahora bien, mis preferidos, con los que me tronché y carcajeé de puro gusto, cuando visioné la película por primera vez en compañía de unos amigos, hasta el punto sin retorno en el que sientes cómo la barriga pierde su nombre para pasar a ser sustituido por el de saco de la risa, aquellos en concreto, son los siguientes:





"Los Caballeros de la Mesa Cuadrada y sus Locos Seguidores" ("Monty Phyton and the Holy Grail", Terry Gilliam y Terry Jones, 1975)



sábado, 14 de marzo de 2009

UNA MAÑANA A LOS SONES DE MARK KNOPFLER


El batiburrillo musical de hoy: películas, bandas sonoras y ... Mark Knopfler.





Un Tipo Genial” (“Local Hero”, Bill Forsyth, 1983)

A modo de propina. (¡Cuidado!, se trata de un "spoiler" del tamaño de un mayordomo asesino, e inglés para más señas).
Se aconseja poner en práctica su visionado sólo en el supuesto de que ya se haya visto la película.







Cal” (“Cal”, Pat O´Connor, 1984)






La Princesa Prometida” (“The Princess Bride”, Rob Reiner, 1987)







Última salida para Brooklyn” (“The Last Exit to Brooklyn”, Uli Edel, 1989)







Wag the dog” (Barry Levinson, 1997)


jueves, 12 de marzo de 2009

EL DUQUE: GENIO, FIGURA Y LEYENDA



John Ford flanqueado por James Stewart y John Wayne; fotografía tomada en el plató de "El Hombre que Mató a Liberty Valance" ("The Man Who Shot Liberty Valance", John Ford, 1962)




John Wayne (Books) y James Stewart (Dr. Hostetler) en una escena de "El Último Pistolero" ("The Shootist", Don Siegel, 1976)



Catorce años, catorce largos años separan a estas dos fotografías. Entre medias, el director de cine al que flanquean Stewart y Wayne, ya hacía un tiempo que había partido para no regresar, en un viaje cuyo destino eran las grandes praderas que conducían a las llanuras rojizas. Los tiempos cambiaban, velozmente, y, bajo los embates de los vientos reinantes, los westerns empezaban a teñirse por medio de los colores propios de los ocasos del Valle de la Muerte.

El paso de los años ha erosionado los rostros de ambos hombres. En los ojos del que se encuentra a la izquierda se percibe a las claras el cansancio inherente a una vida repleta de vivencias, las más violentas.

Demasiados combates en pueblos sometidos a la voluntad del cacique de turno. Demasiadas horas a caballo, en busca de niñas raptadas por los indios. Demasiados reenganches en la caballería. Demasiadas noches durmiendo al raso, bajo las estrellas, para despertar llegada el alba y tomarse un café antes de proseguir el camino. Demasiadas despedidas, dejando a la espalda seres queridos a los que la creciente distancia empequeñecía hasta convertirles en imperceptibles. Demasiado. Demasiado.

Pasemos a su compañero, ahora convertido en un prestigioso médico, muy respetado por sus convecinos. Se diría que no había sufrido tantas penalidades. Su porte elegante, el gesto pacífico y paciente, auguran una vida repleta de sosiego, más calmada. A primera vista cabría pensar que nos encontramos ante un "pie tierno" de edad venerable. Uno de aquellos figurines que dejaban atrás las civilizadas urbes como Boston o Nueva York, rumbo hacia la costa del Pacífico, en busca de fama, aventuras, riqueza o si era factible incluso en pos de las tres cosas al tiempo. Esa clase de hombres que, las más de las veces, no duraban mucho al contacto con unos parajes hostiles, donde ni la urbanidad ni la buena educación les podrían prestar mucha ayuda a la hora de sobrevivir. Donde la única ley acatada era aquella que marcaban las "Derringer", bien ocultas bajo los puños de las camisas de los ventajistas, y los "Peacemaker" del calibre cuarenta y cinco. Y, sin embargo, a pesar de lo que sugiere su aspecto, también él se convirtió en alguien legendario, en una época, ¡ah!, demasiado lejana: cuando los periódicos, puestos a escoger entre la realidad y la leyenda, siempre optaban por la impresión de esta última.

John Bernard Books. Un pistolero ya entrado en la vejez, sabedor de que está viviendo sus últimos días, consciente de que se encuentra rodeado por un mundo al que ya no es capaz de reconocer como propio. Enfermo, gravemente enfermo, ahora sólo una leyenda andante, mas leyenda al fin y al cabo.

El director, un poco más joven que él, tampoco demasiado, le indica que debe rodar una determinada escena: debe ultimar a un hombre por la espalda. Como consecuencia algo parece romperse en el interior del viejo pistolero: J. B. Books jamás mataría a un hombre por la espalda. No será esa la manera en la que pronuncie su adiós. Él es una gran leyenda, su buen amigo el Dr. Hostetler, quien no por nada sabe muchísimo acerca de éstas, convendría en que semejante comportamiento resultaría impropio de alguien de su bien ganado prestigio.

El director, muy contrariado ante semejante reacción, controla su creciente ira y le responde que Clint Eastwood (a la sazón un gran amigo suyo) sí que lo haría. No poca amargura se percibe en la tajante réplica del pistolero: "No me importa lo que haga ese chico. Yo no disparo a un hombre por la espalda".

Al final no hay disparo por la espalda, Siegel debe dar el brazo a torcer. La conciencia de Books queda a salvo, su reputación, aún intachable.

Quizás, después de todo, la leyenda termina más tarde o más temprano por entremezclarse tan íntimamente con la realidad que al final incluso acaba por sustituirla.




"El Último Pistolero"

lunes, 9 de marzo de 2009

JAVIER MARÍAS Y PÉREZ REVERTE ESCOGEN SUS PELÍCULAS



"El Fantasma y la Señora Muir" ("The Ghost and Mrs. Muir", Joseph Leo Mankiewicz, 1947). Con Gene Tierney, Rex Harrison y George Sanders.



No ha mucho hablaba en este blog acerca de una mis costumbres dominicales: principiar la lectura del EPS (el suplemento dominical del diario “El País”) por la columna de Maruja Torres (si disponen de la oportunidad, al hilo de esta referencia, pásense por el blog Blas sin Epi, su post dedicado a Audrey Hepburn es pura canela en rama).
No obstante si tan sólo la mencionara a ella, a Maruja Torres, mi confesión se quedaría un tanto coja. A dicha columna debería añadir la de Julián Marías, “la columna fantasma”, que disfruto justo después de haber echado una ojeada a los restantes contenidos.


El pasado mes de febrero, en el número del domingo 22 de febrero de 2009, Marías mencionaba una cena a la que también habían acudido dos buenos amigos suyos: Agustín Díaz Yanes y Arturo Pérez Reverte. Con la presencia de semejante compañía bien se comprenderá que la temática de esa columna en concreto versara sobre el cine, más en concreto acerca del desconocimiento que muchos tienen de aquellas películas a las que podríamos denominar clásicas.


Desde luego no seré yo quien ahora se ocupe de escribir acerca de esta cuestión. Existe un tiempo para todo, y los intereses personales de cada cual van variando a medida que se va adquiriendo experiencia. Mediante el paso de los años uno va cambiando, y durante ese proceso puede sentirse atraído, o no (opción tan respetable como cualquier otra), por determinados temas.
Yo, por mi parte, siempre guardaré muy adentro el recuerdo de mi madre, cuando aún era un niño, contándome el final de la película emitida la noche anterior por televisión. Como bien comprenderán en mi casa, algo habitual por aquella época, existía el toque de queda: una hora muy concreta para irse a la cama. De nada servían ruegos, pataletas o triquiñuelas (“hasta el próximo descanso, por favor” funcionaba, ¡ay!, muy poquitas veces). La orden no admitía réplica alguna, si acaso una pequeña demora, cuando había suerte.
Los lectores de Guillermo Brown entenderán mi decepción infantil al no poder asistir al desenlace de aquella mítica película en la que un hombre que se empequeñecía por momentos debía enfrentarse a peligros sin cuento. Ahora bien, a la mañana siguiente mi madre se ocupaba de rellenar las lagunas finales. Como por ejemplo la lucha desigual mantenida contra una feroz araña, armado el pobre con un simple alfiler no menos gigantesco que el arácnido, siempre en comparación con su menguante tamaño.
Lo de poner imágenes al relato era cosa de mi imaginación, mientras medio absorto (bueno, más bien embobado) trataba de dar buena cuenta del desayuno antes de acudir al colegio.


Por aquella época, creo recordar, programaron por televisión un ciclo dedicado al director Joseph Leo Mankiewicz (en uno de los dos canales, mi memoria no da para más). Una buena amiga y yo nos dedicamos a comentar al día siguiente, entre risas, una de aquellas películas, tampoco recuerdo con exactitud cuál era en concreto.
Naturalmente no habíamos entendido absolutamente nada. ¡Vaya un par de críticos!
A ojos de muchos nuestra hilaridad debería más bien sonrojarnos, y eso que Cabrera Infante dejó escrita una acertada definición de lo que en esencia es la labor del crítico cinematográfico: “una película te gusta o no te gusta, lo demás es literatura”.
Quién nos diría a ambos que al cabo del tiempo, no muchos años después, nos pasaríamos horas y horas charlando sobre cine clásico en una terraza de verano. Por aquella mesa desfilaron Mankiewicz, Cukor, Ford, Hawks, Sturges, Stahl, Wilder, Ophuls, Lang y tantos otros; por no mencionar a las estrellas que conformaban el firmamento cinematográfico, allí congregadas al reclamo de nuestras remembranzas...



A pesar de que según una primera impresión se diría que me he ido por las ramas puesto que al escribir mi post no pretendía traer a colación estas “batallitas”, lo anterior posee cierta relación con el contenido. Así que sin más permítanme que dé media vuelta y avance aún más rápido si cabe (avanzar siempre, retirarse nunca).



Durante dicha cena (retomo), el director de cine, el académico y el rey de Redonda, hablaron, como ya les adelanté, acerca del cine clásico. En un momento dado el segundo de los mencionados sacó a colación la circunstancia de que muchos lectores les solicitaban que expusieran en sus respectivas columnas algunos títulos concretos, aquellos que consideraban que merecían la pena.


Pues bien, a continuación les incluyo los enlaces a las respectivas columnas de Pérez Reverte y Javier Marías, precisamente dedicadas a hablar de sus películas favoritas, en el caso del primero centradas en el género así llamado bélico. A mí personalmente me entra un escalofrío de felicidad cuando leo los títulos desgranados, unos por conocidos, y otros, los más, porque su lectura supone un súbito descubrimiento.

* Columna de Pérez Reverte.


Nota adicional: sé que no tiene que ver pero como seguidor de las “ghost stories” británicas, amén de devorador de cuantos relatos han sido publicados por Siruela, Valdemar e Isla de Redonda, no puedo resistirme a recomendarles la lectura del libro “Cuentos Únicos“, mencionado muy oportunamente por el propio Marías en su columna. Contiene uno de los relatos que más me ha impresionado: “Mirad allí arriba”, de H. Russel Wakefield.
Puro terror psicológico: sobrecogedor.



Elaborado mediante la inestimable colaboración del señor Pond
junto con el Departamento de Búsquedas Infructuosas (D.B.I.).



Recomendación muy personal: déjense mecer por las elecciones de la lista musical. Ahora mismo, sin ir más lejos, suena el tema "Amapola" de la película de Sergio Leone "Érase una vez en América". Puro Ennio Morricone.

domingo, 8 de marzo de 2009

FINIQUITAR UN DOMINGO CON MÚSICA


Sé muy bien que lo acostumbrado en este blog es publicar un post musical los sábados, una tradición que ya dura varios meses y que me procura un gran placer. Permítanme, no obstante, que a modo de colofón incluya este fin de semana una melodía más, el último post del domingo.



Tema de "Matar a un Ruiseñor" ("To Kill a Mockingbird") de Elmer Bernstein

sábado, 7 de marzo de 2009

EASTWOOD Y MARVIN CANTAN



Tomemos por una parte que últimamente estoy visionando DVDs de películas de temática bélica, algunas de ellas protagonizadas por Lee Marvin.
Tomemos por otra que acaba de estrenarse la última película de Eastwood ("Gran Torino"), v. post en el blog Tras las Puertas.
Finalmente tomemos que hoy es sábado, un sábado musical.
Lo mezclamos todo y, ¿qué es lo que obtenemos?



"La Leyenda de la Ciudad sin Nombre" ("Paint your Wagon", Joshua Logan, 1969)



Y, por supuesto, cómo no, especialmente dedicada a E***, con todo mi aprecio.


Por sólo poner algunas.

ACTIVIDADES ALTAMENTE RIESGOSAS


300, 340, 390, 347, cuentas anuales,… Ciertamente la de contable o contador es, a pesar de las apariencias, una profesión sumamente arriesgada, máxime según quién sea el cliente al que le lleves las cuentas.




Los Intocables de Elliot Ness” (“The Untouchables”, Brian de Palma, 1987)


A modo de consuelo el cine, a lo largo de su dilatada historia, nos ha ido proporcionando un amplio muestrario de otras profesiones no mucho menos temerarias.




Una pequeña molestia en la boca y empieza a temblarte hasta la propia tarjeta de crédito.




Marathon Man” (John Schlesinger, 1976)



La de la hipoteca parecía una buena idea. ¿Quién iba a pensar que al banco le iba a parecer aún mucho mejor? No por nada él será el auténtico propietario del inmueble hasta que se extinga la séptima generación de la séptima generación. Menos mal que siempre aparecen ciertos defectillos y vicios ocultos que ponen una nota de color en la fría relación contractual. Por no hablar de derramas, reuniones con vecinos temperamentales, propiedades horizontales que se convierten en verticales a la hora de pagar la mensualidad y demás zarandajas añadidas…



Esta Casa es una Ruina” (“The Money Pit”, Richard Benjamín, 1986)


¿Le gusta experimentar con el empleo de las últimas tecnologías? ¿Busca su particular “partícula de la verdad”, el "opus nigrum" culinario, en una reducción de salmorejo a las finas hierbas con nitrógeno líquido? Entonces sentirá cómo ante usted se abre un mundo de insospechadas posibilidades. Sólo es cuestión de ser una persona muy imaginativa a la hora de elegir los más adecuados alimentos de la temporada: cocinero galardonado con las tres estrellas de la Guía Michelín.
Pero recuerde, el tranquimazín no es un aliño, por ahora.




El Cocinero, el Ladrón, su Mujer y su Amante” (“The Cook, the Thief, His Wife and Her Lover”, Peter Greenaway, 1989)


¿…informático? “You are being irrational. Go back to bed” (Colossus, aka cualquier S.O. al uso, al Dr. Charles Forbin).




Coloso, el Proyecto Forbin” (“Colossus, the Forbin Project”, Joseph Sargent, 1969)


Pero sin lugar a dudas la más arriesgada de todas, la más terrible sin comparación posible, la que se lleva la palma, no es otra que la de bebé.



Acorazado Potemkin” (“Bronenósets Potyomkin”, Sergei Eisenstein, 1925)



Espero por mi bien que todo cuadre.

UNA GENUINA SAGA DE ACTORES


Les propongo aquí y ahora que pongan en práctica un sencillo ejercicio de memoria, sin mayor incentivo que la de demostrarse a sí mismos que ni el abuso del alcohol ni el consumo de Prozac, y ni tan siquiera el estrés laboral, los radicales libres o la contaminación dominante han provocado una merma excesivamente considerable en su capacidad para recordar.

Se trata de algo tan simple como mencionar aquellas familias de actores que se les ocurran.


Ya está, se acabó el tiempo. No esperarían que se lo iba a poner demasiado fácil, ¿verdad?
Vamos a revisar los nombres que les han venido a la cabeza: los Carradine, correcto; los Huston (Walter y su hijo John[1]), bien; los Minnelli (Liza Minnelli es hija de Judy Garland [2] y de Vincente Minnelli), no está mal; los Bridges,… Y eso que por lo que observo se han limitado únicamente a familias americanas. Por nuestras latitudes no nos quedamos atrás pues contamos con los Bardem (uno de sus miembros viene gozando últimamente de una considerable atención mediática por diversos motivos), los Merlo, los Cruz (?),...

Dicho lo anterior detengámonos durante un momento en los citados en último lugar, los Bridges: Lloyd Bridges y sus hijos Jeff y Beau.

El primero de los vástagos mencionados trabajó en películas tales como “Sin miedo a la vida” ("Fearless", Peter Weir, 1993) junto a Rosie Pérez y "El Rey Pescador" ("The Fisher King", Terry Gilliam, 1991) junto a Robin Williams.



"El Rey Pescador"


El segundo, entre otros muchos, en "Los Fabulosos Baker Boys" ("The Faboulous Baker Boys", Steve Kloves, 1989); si cito sólo esta película es porque, como amante de la belleza que me considero, aún puedo recordar con nítido recuerdo a la encantadora Michelle Pfeiffer, cerrando el trío protagonista junto con el propio Jeff Bridges.




"Los Fabulosos Baker Boys"



El diez de marzo de 1998 falleció en Los Ángeles a la edad de ochenta y cinco años el patriarca, Lloyd Bridges, dejando tras él una nutrida carrera compuesta por un centenar de títulos, tanto para cine como para televisión. Para los rezagados que sólo le recuerden por sus participaciones en las comedias "Aterriza como Puedas" ("Airplane", David Zucker, Jerry Zucker y Jim Abrahams, 1980), las correspondientes a la serie de secuelas de sí misma "Hot Shots" [3] o su última película, "Mafia, Estafa como Puedas" ("Jane Austen´s Mafia", Jim Abrahams, 1998)[4], será preciso recordarles, con la sana intención de borrarles de sus caras su sonrisa de suficiencia, que ya hacía mucho tiempo que había demostrado cuál era su valía.
Si pretenden juzgar sus primeros pasos ante la cámara deberán saber que éstos datan del año 1941, cuando tras abandonar su trabajo como profesor debutó en el "western". Precisamente en una película "de vaqueros" encarnaría al sheriff que se niega a ayudar a un colega de profesión al que daba vida Gary Cooper.
Aquella película se tituló "Solo ante el peligro" ("High Noon", Fred Zinnemann, 1952)[5].



Mas cuando se ha de mencionar a una concreta familia de actores. Cuando te sientes obligado a hacer referencia a la familia actoral por antonomasia en Hollywood, sin lugar a dudas resulta obligado mencionar a los Blythe. Una familia a la que de primeras, como comprenderán, nadie conoce, a excepción de quienes fueran sus vecinos por entonces. Ahora bien, si en lugar de ese apellido utilizáramos aquel otro bajo el que se labraron una fama mundial a buen seguro que convendrán conmigo en que me hallo en lo cierto.
Sólo necesito pronunciarlo, muy lentamente: Barrymore.


Esta saga actoral dio comienzo con la persona de Herber Blythe (Agra, 1847 - Filadelfia 1905), quien adoptó el nombre artístico de Maurice Barrymore, apellido que posteriormente heredarían sus descendientes: sus tres hijos, Lionel, Ethel y John, también terminarían por encaminar sus pasos hacia la vida artística, más concretamente al cine.

El primero de los citados, Lionel, nacido en Filadelfia en 1878, abandonaría este mundo en Hollywood, cierto día del año 1954. En sus inicios, y es que comenzó trabajando a las órdenes de David W. Griffith, ahí es nada, y si no que se lo digan a Eisenstein, aunque también dirigiría algunas películas se desenvolvió mayormente como actor. Entre su filmografía destacan títulos como “Gran Hotel” (“Grand Hotel”, Edmund Goudling, 1932), donde figura la famosa frase que luego Garbo haría célebre: “Quiero estar solo” (en versión femenina); “David Copperfield” (“David Copperfield”, George Cukor, 1935), “Margarita Gautier” (“Camille”, George Cukor, 1936) [6], “Capitanes intrépidos” (“Captains Courageous”, Victor Fleming, 1937) [7] y una serie de películas que rodó postrado en una silla de ruedas a causa de una parálisis que sufrió: “¡Qué bello es vivir!” (“It´s a wonderful life!”, Frank Capra, 1946) [8], “Vive como quieras” (“You Can't Take it With You”, Frank Capra, 1938), “Duelo al sol” (“Duel in the Sun”, King Vidor, 1946), donde también participaba el antes citado Walter Huston; y “Cayo Largo” (“Key Largo”, John Huston, 1948) [9].

Ethel Barrymore (Filadelfia, 1879 – Hollywood, 1959) simultaneó su carrera teatral con la cinematográfica, figurando en películas como “El proceso Paradine” (“The Paradine Case”, Alfred Hitchcock,1947), “La escalera de caracol” (“The spiral staircase”, Robert Siodmak, 1946) o “Jennie” (“Portrait of Jennie”, William Dieterle, 1948).

John Barrymore (Filadelfia, 1882 – Hollywood, 1942) comenzó su carrera artística en el teatro, interpretando a Shakespeare en Londres. Pronto se labró una merecida fama de divo y galán. Adolph Zukor, uno de los Independientes [10], decidido a distinguirse del resto de sus compañeros exhibidores por la calidad de sus películas (“Famous Players for Famous Plays”, intérpretes famosos para obras famosas era una de sus frases) le trajo al cine desde Broadway. Ya con anterioridad había hecho lo propio con Sarah Bernhard desde Londres.
A lo largo de su extensa filmografía, en su mayor parte compuesta por títulos mudos (silents), no haría su primera película sonora (talkies) hasta 1929, figuran películas tales como “Dr. Jekyll and Mr. Hyde” (John S. Robertson, 1920), “Don Juan” (Alan Crossland, 1929), “Romeo y Julieta[11] (George Cukor, 1936) o “Cena a las ocho” (“Dinner at eight”, George Cukor, 1933).

A su vez dos hijos de John también orientaron sus carreras hacia la interpretación: Diana (Nueva York, 1921 – Nueva York , 1952), como actriz teatral, y John Jr. (Beverly Hills, 1932), éste cinematográfico. Drew Barrymore (1975), última de la saga, por el momento, es a la sazón hija de John Barrymore Jr.

Una de las características de los miembros de esta familia, y la que junto con su saber actoral más fama les ha reportado, es su afición por el alcohol, convirtiendo a la dipsomanía en su marca distintiva. Aunque sin que esta adicción mermara en absoluto su forma de actuar[12].
No ha de extrañar que incluso se haya acudido a dicha fama para dotar de un cierto toque de humor a las escenas de algunas películas menores. En "Conserje a su medida" (“The Concierge”, Barry Levinson, 1993) un botones defiende la forma de desempeñar su labor ante el conserje, Michael J. Fox, haciendo referencia tangencial a ella.
A pesar de las órdenes contrarias dadas por el gerente del establecimiento hotelero él mantiene una costumbre desde hace ya varias décadas, tantas que se ha convertido para él en un lema vital: un hospedado y sus maletas un único viaje con el carrito. A modo de ejemplo y justificación recurre a una anécdota propia. Como si de una verdadera hazaña se tratara menciona cierto traslado durante el que transportó un número de maletas, una veintena larga, para añadir a modo de coletilla, y como si de un vulgar bulto más se tratara: “y el señor Barrymore”.

Posiblemente se refiriera a John Barrymore Sr., el mismo que en "Cena a las ocho", una película de George Cukor, interpreta a un actor alcohólico en plena decadencia que acaba por suicidarse antes de acudir a la cena a celebrar a esa hora que le da título[13].
Un gesto tan poco educado, e impropio de un auténtico caballero, sólo se le permitiría a un Barrymore.


Nota adicional (17/4/2009):

Gazapo a la vista. ¡Por allá resopla! Como bien apunta Caveat en la nota al pie número seis se me coló un gazapito. Por un error convertí al personaje interpretado por Lionel en competidor de su propio hijo, Armand (Robert Taylor), pues ese era su personaje, el de padre, y no el de amante de Camille (Greta Garbo).
¿Me podría disculpar el considerarlo un homenaje involuntario, un tanto rebuscado, al doblaje de "Mogambo" (John Ford, 1953)? ;)
... tenía que intentarlo.



[1] Ambos coincidieron en una película “El Tesoro de Sierra Madre” (“The Treasure of Sierra Madre”, John Huston, 1947) sólo que a ambos lados de la cámara. Aparte de la pequeña aparición que se reservó John para interpretar al “hombre del traje blanco”.
[2] ¿Recuerdan a Dorothy en “El Mago de Oz” (“The Wizard of Oz”, Victor Fleming, 1939)? Exactamente, la misma actriz cuyo comportamiento obligó al director, y futuro marido al año siguiente, a dar órdenes muy concretas a los guardas que custodiaban el estudio para impedir que abandonara de improviso el plató durante el rodaje de “Cita en San Luis” (“Meet me in Saint Louis”, Vincente Minnelli, 1944). Según cuentan Minnelli se vio en la necesidad de rodar con la llave echada para así evitar las habituales escapadas de la actriz.
[3]Hot shots, la madre de todos los desmadres” (“Hot Shots”, Jim Abrahams, 1991); “Hot shots 2” (Jim Abrahams, 1993).
[4] Su título jugaba con la temática de muchas novelas de la escritora inglesa Jane Austen, tales como “Sentido y sensibilidad” o “Emma”.
[5] Su desarrollo en tiempo real antes de “El Atraco Perfecto” (“The Killing”, Stanley Kubrick, 1956) hace que uno sí se sonría al rememorar una reciente producción de mediados de los noventa, “A la Hora Señalada” (“Nick of Time”, John Badham, 1995), con Christopher Walken, Johnny Depp y Peter Strauss; una producción muy publicitada por seguir esa novedosa técnica.
[6] En ella interpretaba a un rico amante de la protagonista, a la que daba vida Greta Garbo, cuya atención se veía forzado a compartir con su rendido enamorado, Robert Taylor.
[7] Freddy Bartholomew, un repelente niño de papá; Melvyn Douglas, el propio papá; Spencer Tracy, un pescador portugués de nombre Manuel; Lionel Barrymore, el capitán; John Carradine, padre de David Carradine, un pescador; y Mickey Rooney, el grumete. Y una canción (“ay mi pescadito deja ya de llorar…”) utilizada en al menos dos anuncios en nuestro país.
[8] Encarna a Henry Potter, el magnate que pretende acabar con los Bailey.
[9] Esta vez interpretaba al dueño de un hotel, impedido por estar condenado a moverse en silla de ruedas, que contempla como su establecimiento es utilizado como refugio por una banda de gangsters dirigida por Edward G. Robinson mientras en el exterior ruge un huracán. Sólo cuenta con la inestimable ayuda de Humphrey Bogart y Lauren Bacall. Ahí es nada.
Si me permiten una digresión no quiero terminar esta nota al pie sin mencionar a Elisha Cook Jr., quien interpreta a uno de los miembros de la banda. Este actor secundario que participó en más de cien películas falleció el 24 de mayo de 1995 en California. Una larga vida para quien había interpretado en varias ocasiones durante su prolífica carrera a psicópatas muertos aún jóvenes: Wilmer en “El Halcón Maltés” (“The Maltese Falcon”, John Huston, 1941), Harry Jones en “El sueño eterno” (“The Big Sleep”, Howard Hawks, 1946),...
[10] Llamados "outlaws" o proscritos por los miembros del trust, la Motion Picture Patents Company, que monopolizaba la industria cinematográfica desde su fundación en 1908, no bien formaban parte de ella las principales productoras de la época y habiendo suscrito un acuerdo con Thomas Alva Edison para el uso de sus patentes.
[11] Este título figuraba en 1936 en la lista de los diez mejores (Top Ten Film List) elaborada por el periódico The New York Times.
[12] No ha de parecer nada extraño si uno es un buen profesional. Peter O´Toole, famoso por actuar con asiduidad completamente borracho, hizo lo propio durante la mayor parte de sus escenas en "Thomas Beckett", una película en la que su compañero de rodaje, Richard Burton, tampoco se quedó atrás en lo que a trasegar bebidas espirituosas se refiere.
[13] Por cierto que en esa misma película aparece Lionel encarnando al preocupado anfitrión de esa fatídica cena a cuyo inicio precisamente se termina la película por lo que sólo podemos ver a los invitados entrando en el comedor.

viernes, 6 de marzo de 2009

VIVIR MARCHA ATRÁS

Entre mis muchas costumbres no se encuentra la de hablar acerca de una película que aún no he visto. Sin embargo nunca es tarde para saltarse alguna, de vez en cuando, claro.


"El Curioso Caso de Benjamin Button" ("The Curious Case of Benjamin Button", David Fincher, 2008)




El señor Pond (el jefe del D.B.I., Departamento de Búsquedas Infructuosas de este café-blog), de quien algún día les hablaré más extensamente, se presentó por sorpresa en el local hace unos días, sonriente, siempre está sonriendo, con un papelito aferrado entre los dedos. Sabedor de mi interés por visionar esta película se había puesto manos a la obra para lograr el cumplimiento de mi deseo.

Yo, que esperaba algo más común, algo como por ejemplo una entrada, me encontré con la dirección de una página web garabateada al desgaire. Como la experiencia me ha enseñado a no confiar demasiado en las primeras apariencias no tardé en teclear aquella dirección en la barra de mi navegador. Lo que entonces se cargó en mi ordenador fue una web, Las Historias, desarrollada por Alberto Chimal, una web de temática literaria. Y entre los muchos contenidos, bien a la vista, un apartado dedicado a mostrar periódicamente un relato...

Tras días y días dedicado a la labor infructuosa de buscar el relato de Scott Fitzgerald en el que se basaba la película por fin disponía de la oportunidad de leerlo.

Si es que el señor Pond no deja de ser un auténtico pozo de sorpresas.

Aparte de navegar por los interesantísimos contenidos les sugiero que sigan este enlace, se arrellanen en su sillón preferido y paseen los ojos por las líneas electrónicas. No será lo mismo que sentir entre las manos el tacto del lomo de un libro mas a qué negar que la oportunidad merece la pena.
Son descubrimientos así los que te alegran la jornada.

martes, 3 de marzo de 2009

SI YO FUERA RICO, YADI DADI DADI DIDU DIDU DIDU DIDU DIDU DUM



Dedicado con especial cariño a S*** M*** y a D***, con los que ayer mismo debatíamos la cuestión para llegar a la conclusión de que la mayor riqueza es la charla amena.



"El Violinista sobre el Tejado" ("Fiddler on the Roof", Norman Jewison, 1971)


¡Ea!, a cantar junto a Topol.

CON H DE GAG

Peter Sellers y Shirley MacLaine



Hace unas semanas volví a visionar la película "Bienvenido Mr. Chance" ("Being There", Hal Ashby, 1979) pues lo de releer la novela en el que se basa, "Desde el Jardín", obra de Jerzy Kosinski, lo dejaré para un futuro, cuando disponga de algo más de tiempo.





Sin embargo no voy a hablar acerca de esta película, ni sobre la presencia de Melvyn Douglas, en uno de sus últimos papeles, la siempre deliciosa Shirley MacLaine o el sorprendente Jack Warden (para quien guardo un post que debe andar por alguna de las hojas de mi libreta).
Nada de eso.


Dado que acaba de estrenarse una nueva versión de "La Pantera Rosa" encuentro que es el momento oportuno para recordar a Peter Sellers. El actor que tantos buenos momentos me procuró por medio de sus películas.
Con tal intención a continuación incluyo una par de vídeos:

  • parte del documental "El Gag. ¿Y usted de que se ríe?"



  • una muestra de la estrecha relación que el inspector Clousseau mantenía con Kato, su sirviente y al tiempo preparador personal.



"La Venganza de la Pantera Rosa" ("Revenge of the Pink Panther", Blake Edwards, 1978)


domingo, 1 de marzo de 2009

ANTON WALBROOK





Comienzo marzo con aire triunfal. No es para menos ya que han de saber que se trata del duodécimo mes de vida de este jovencito cafetín cinéfilo. A lo largo del mismo voy a ir publicando una serie de posts que por variadas razones he ido dejando a medias en mi cuaderno. Sí, como "emigrante digital" (magister dixit) aún necesito acudir a las anotaciones manuscritas.

El primero de ellos, uno de los últimos compromisos anotados, es un homenaje a Anton Walbrook, el actor que tanto me ha hecho disfrutar con sus caracterizaciones de Boris Lermontov (¿un personaje inspirado en Diaghilev?) y Theo Kretschmar-Schuldorff .


En primer lugar les incluyo un vídeo de Youtube, el homenaje de una fan italiana. Aparte de las bellas imágenes hay que mencionar la maravillosa (con mayúsculas) música que ha escogido para acompañarlas. Creo haber mencionado alguna que otra vez que adoro a Brahms, y muy en especial su concierto doble y, por supuesto, también su concierto para violín (narrar mi asistencia a una audición de ambos, en una misma sesión, en el Auditorio, constituiría lo que Moustache resumía muy acertadamente con tan sólo cinco palabras: "pero esa es otra historia").



Para quienes deseen obtener más información me permito sugerirles la visita a la web desarrollada por fans de este actor austriaco (cortesía del D.B.I. de "El Loro Azul").