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jueves, 25 de septiembre de 2008

TRAGAPALABRAS

La historia del séptimo arte se encuentra salpicada aquí y allá por una serie de frases y opiniones que a buen seguro sus protagonistas, y me refiero a aquellos en concreto que tuvieron la feliz idea de pronunciarlas, desearían que hubieran terminado sepultadas en el olvido, cuando no, si es que semejante posibilidad fuera factible, que incluso se borraran por completo de la memoria colectiva, sin dejar el más mínimo rastro tras de sí, como si nunca nadie las hubiera formulado jamás.



El "desconocido" Billy Wilder.

Al final de su vida, tras una carrera cinematográfica cuya brillantez nadie pondría en duda, a riesgo de cometer a ojos de algunos (unos más fanáticos que otros) un terrible sacrilegio, el director y guionista Billy Wilder (Dios para Trueba, un cineasta genial para buena parte del resto de los mortales), protagonizó lo que en su momento pasó por ser una divertida anécdota. Además su inclusión me sirve a modo de primer exponente de la idea que trataba de transmitir por medio del párrafo anterior.


Un viejecito encantador: Mr. Wilder

Lo que ocurrió fue algo así como lo que sigue. Parece ser que un buen día, mientras vegetaba aburrido en su despacho, al igual que el resto de los días durante sus últimos años, se le propuso un proyecto cinematográfico. Sí, a él, a un cineasta que ya no se ponía tras las cámaras desde hacía ya ... demasiados años; no ya porque no lo deseara, siempre y cuando la idea fuera lo suficientemente interesante él se encontraba dispuesto, sino porque los estudios no se atrevían a asumir las elevadas primas de seguro a las que deberían hacer frente. Dada su avanzada edad existía un riesgo muy grande de que no pudiera hacer frente al esfuerzo inherente a un rodaje, y lo que era aún peor, que por la presencia de cualquier hecho fortuito acabara por dejar la película inconclusa; léase una enfermedad o algo aún peor. Por las cabezas de los productores rondaba el temor cierto a que decidiera hacer mutis por el foro en pleno rodaje, lo cual lejos de que fuera considerado un homenaje postrero a Chaplin y su película "Candilejas" constituía una enojosa posibilidad que les provocaba sudores fríos. Ya se sabe que los productores de Hollywood, por deformación profesional, se encuentran mucho más capacitados para la ingeniería financiera de alto standing (petrodólares y hedge funds en paraísos fiscales) que para apreciar un guiño cinéfilo como ese (a no ser, por supuesto, que se trate de una película paródica que atraiga a las salas a masas hambrientas de palomitas).

En suma que nuestro amado Billy se aburría en su despacho, gozando como única compañía de la silla vacía que en vida ocupara su inseparable amigo I. A. L. Diamond, y lo que aún era peor, sin una mala película entre manos.

Mas hete aquí que un buen día repararon en él. Alguien se acordó de que tenían allí a este hombre, mano sobre mano, y decidieron aprovecharlo. Naturalmente antes de que la idea empezara a cobrar cuerpo se convocó una reunión de trabajo durante cuyo transcurso se pretendía sentar las bases y estructurar los objetivos y procedimientos. Una reunión a la que entre otros acudieron el propio Billy y un joven ejecutivo de la productora. Lo de la juventud del ejecutivo deben tomarla en un sentido muy pero que muy relativo, siempre en comparación con la edad del veterano director.
Por alguna razón, aquel ejecutivo, deseoso de romper un poco el hielo durante ese primer encuentro, no tuvo mejor idea que emplear una maza y así, casi a bocajarro, le dirigió a Wilder una pregunta acerca de cuáles habían sido concretamente sus anteriores proyectos cinematográficos. El director de “El Apartamento”, “El Crepúsculo de los Dioses”, “El Gran Carnaval” o “Un, Dos, Tres” (por citar de memoria sólo algunas de entre las que componen la amplia lista de su filmografía), muy conocido en el mundillo del cine por poseer una lengua afilada amén de bastante acerada, le dirigió al neófito (siempre en términos relativos) una mirada socarrona al tiempo que su interlocutor, sin percatarse en ningún momento de lo improcedente de su casual pregunta, aguardaba tranquilamente sentado la oportuna contestación. Talmente se diría que creyera encontrarse en realidad ante un advenedizo recién llegado a la meca del cine. Sin embargo por alguna razón extraña que no se alcanza a explicar Billy se lo tomó con buen humor y su respuesta, bastante lacónica por otro lado, fue un simple y escueto “usted primero”.
No sé cómo se tomó el ejecutivo su falta de tacto mas, conociendo el genio que se gastaba el director a buen seguro que salió bien librado.

Fotograma de una película jocosa de Billy Wilder: "Irma la Dulce" ("Irma la Douce", 1963)


La carencia de perspectiva por parte de alguien que sólo es capaz de analizar una película en función de su cuenta de resultados, cuando no de la posibilidad de que las pérdidas acarreadas por un proyecto fallido sean cubiertas por las ganancias de otro (cuestión de medias aritméticas) no resulta privativa de la época actual. Hasta alguien como Selznick, cuyo olfato comercial nadie pondría en duda, protagonizó otra de esas memorables meteduras de pata. Aunque fuera de un signo un tanto diferente sirve para demostrar que puestos a hacer comentarios erróneos nadie está exento de caer en el error.




Una opinión, por David O. Selznick.

En el año 1937 escribía:


"No veo justificación alguna en hacer una historia simplemente porque le gusta a un hombre que, lo admito, es uno de los mejores directores del mundo pero bastante poco comercial".


Ese director al que desde luego no le negaba sus grandes capacidades no era otro que John Ford, quien la primavera de aquel mismo año le había propuesto un proyecto que tenía en mente. Respecto a la película a la que se refería en unos términos bastante duros, para la cual auguraba una escasa salida comercial no era otra que "La Diligencia".




"La Diligencia" ("Stagecoach", John Ford, 1939)


Por supuesto Ford se marchó del estudio y acabó rodando su película tras llegar a un acuerdo con el productor independiente Walter Wanger, menos reacio a rodar un western que su colega.

Al parecer las reticencias de Selznick se debían más bien a que no estaba de acuerdo con la presencia de un casi desconocido John Wayne en el reparto, el chico que había empezado su carrera en el mundo del cine agitando su corpachón de seis pies de altura al ritmo impreso a una escoba por los sets de rodaje (aunque el propio Ford había comenzado desempeñando, entre otras muchas, labores como encargado de atrezzo para el director Alan Dwan). En lugar de a Duke el productor prefería más que el rol del evadido lo interpretara alguien como Gary Cooper, quien por aquella época ya gozaba del estatus de una estrella ya consolidada, quedando muy atrás sus inicios como caballista. O lo que es lo mismo el especialista que se arriesga a romperse los morros cayéndose del caballo en lugar del protagonista.
Aunque finalmente lo único que consiguió Selznick fue quedarse compuesto y sin Ford, amén de no gozar del éxito aparejado a esta película.

(Nota adicional: al respecto de la predilección de Selznick por Cooper merece la pena leerse este post del blog Viento Escarlata, a modo de mera curiosidad).



El bailarín que bailaba un poco: Fred Astaire.

Por Hollywood corre una anécdota según la cual en una ocasión en la que le hicieron una prueba a Fred Astaire (no estoy seguro de si fue en la RKO o en la Paramount, la información al respecto es contradictoria: enlace 1 dice que RKO, enlace 2 dice que Paramount) el encargado de la misma le despachó en los siguientes términos: "No sabe cantar. No sabe actuar. Con entradas. Puede bailar un poco" ("Can't sing. Can't act. Slightly bald. Can dance a little").
Como prueba de que este individuo, sea quien fuera, estaba cargado de razón a continuación les dejo una prueba:



"La Alegre Divorciada" ("The Gay Divorcee", Mark Sandrich, 1934)


Estremecedora, ¿no les parece?

7 comentarios:

Elphaba dijo...

Babeando estoy con el video de Fred Astaire.
Desde luego hay que ver el ojo que tienen algunos para detectar talento o para olerse un éxito.
A J.K. Rowling, la autora de Harry Potter, le dijeron en cuatro editoriales que nadie estaría interesado por leer su historia... Si fuera periodista me moriría por entrevistarles ahora.
Me encantan este tipo de anécdotas de cine.

Por cierto, el audio de "Septembre Second" no funciona.

Sergio Arán dijo...

Fantástico post.
Wilder era mucho Wilder.

G. K. Dexter dijo...

Elphaba.
A un colega le comenté con un enlace a la escena de "Bodas Reales", esa en la que literalmente Astaire se "sube por las paredes" pero para mi post opté por algo más clásico, y qué mejor que la música del gran Cole Porter...
Respecto a Potter, Harry Potter, a ver quién es el guapo que ahora se atreve a declarar en público que él personalmente rechazó a Rowling. Porque podrá gustar más o menos pero la verdad es que esta escritora dio en la diana de pleno... a juzgar, no ya sólo por el éxito de la saga sino por la legión de "imitadores".

P.D.: te me´as adelantao, que diríamos por acá. Me refiero a lo del enlance a "September..." de Petrucciani. Un problemita con GoEar trajo como consecuencia un error imprevisto y al final tuve que eliminar esa parte inicial del post. En cuanto lo solvente lo incluiré en otro comentario: Petrucciani se lo merece y aún me queda mes de septiembre... o casi.

Un saludo cinéfilo.


Sergio.
Respecto a Wilder no hay palabras... En cuanto disponga de un poco de tiempo pienso darme el gustazo de revisitar algunas de sus películas, empezando por "Traidor en el Infierno"... Qué podría esperarse de alguien que trabajó como guionista para Lubitsch...
Lo sé, lo reconozco: me puede el cine clásico.

Un saludo cinéfilo-wilderiano.

Elphaba dijo...

Yo antes que revisitar tengo pendientes ver por primera vez algunas de sus pelis. Imperdonable, teniendo en cuenta que las que he visto me chiflan y las he visto decenas de veces. Lo que sí quiero releer es "Conversaciones con Billy Wilder", regalo de un buen amigo.

G. K. Dexter dijo...

Mantenga a esos amigos. Alguien que regala unas horas de amena charla con Billy es una persona cuyo trato hay que mantener.

P.D.: antes de que acabe septiembre incluyo a continuación el enlace al vídeo de Petrucciani en Youtube (ya mantendré unas palabritas con los de Goear en otro momento, je, je).

caveat emptorium dijo...

Hola,
¡Gracias por la mención, Dexter!

Gran entrada, demostración palpable de esa frase que cierra una de las películas de "ese tal Wilder": "Nadie es perfecto"...

Saludos

G. K. Dexter dijo...

Caveat.
Al César lo que es del César.

Un saludo cinéfilo.