Un espacio destinado a charlar acerca del cine, saboreando una taza de café (puede que más), sentados en torno a una mesa. Por el simple gusto de hablar por hablar acerca de una pasión compartida por una reducida infinidad, así nomás como son estas cosas.

Bienvenidos a mi hogar. Entren libremente. Pasen sin temor. ¡Y dejen en él un poco de la felicidad que traen consigo!

domingo, 21 de junio de 2009

SIC TIBI MARE LEVIS

[En el episodio anterior… dejamos a la dotación que atiende al Loro Azul a merced de los filibusteros del capitán van der Dertien, peleando por sus vidas con cuantas armas se hallan al alcance de sus manos. Una vez iniciado el abordaje la encarnizada lucha pasa a desarrollarse sobre la cada vez más ensangrentada cubierta, entre mandobles, fintas y estocadas].








[MÚSICA DE ACOMPAÑAMIENTO].


Humillados.
Arrodillados de espaldas al castillo de popa.
Sentimos cómo las astillas se clavan hasta el mismísimo hueso.
Las muñecas, ateridas, sin sangre. Unos cabos húmedos, salitrosos, mantienen prendidas nuestras manos, pálidas a causa del frío; la humedad, la tirantez del cáñamo a medida que se seca, el miedo.
Un miedo terribe, cerval, franco terror, pánico; un conglomerado de sensaciones que hace que nos mantengamos cabizbajos, a la espera de nuestro fatal destino.


El combate ha concluido. A pesar de nuestro arrojo nada pudimos hacer para derrotarles. Eran muchos, demasiados. La metralla escupida por sus culebrinas había diezmado a la tripulación. Sólo nos había restado luchar, luchar y luchar, aunque sólo fuera por puro orgullo, o por desesperación.


A cada vano intento de elevar un tanto el rostro la punta de un sable, hincada muy levemente sobre nuestras gargantas hinchadas, nos obliga a reconsiderar nuestra intención, a agachar la cerviz, a rumiar por lo bajo el salado sabor de la derrota.
Agachados como estamos sólo alcanzamos a oír el tumulto organizado a nuestra vera y bajo nuestros pies y rodillas: las frenéticas carreras de acá para allá, entre gritos de triunfo y risotadas; las terribles maldiciones que proferían los que emergían de la bodega, sus manos vacías, al no haber hallado nada de valor salvo un cargamento compuesto por sacos y sacos de café. Café, nada de oro u objetos preciosos.


Tañido de una campana.
Sonidos de claveteos.
Latidos de nuestros corazones.
Goteo rítimico de la sangre al caer sobre cubierta, procedente de nuestras abiertas heridas.


Algunos de entre ellos se habían ocupado de asentar un tablón en la amura de estribor: un trampolín con vistas. Ahora bien, puesto a escoger entre un breve paseo coronado por una fatal zambullida o bien degustar un pegote de grasa de cerdo antes de ser pasado bajo la quilla encontrábamos preferible al primero. Siempre y cuando no se impacientaran y como resultado decidieran acudir a otros métodos más expeditivos tales como arrojarnos sin mayores miramientos por encima de la borda.
Mas algo me decía que el capitán van der Dertien y su tripulación gozaban de un espíritu harto juguetón.

[CAPÍTULO SIGUIENTE].

7 comentarios:

BLAS dijo...

Ya me he quedado con la intriga. ¿De verdad estás dispuesto a tirarte por el madero...? ¿Acaso no leíste ayer mi artículo? Ya puedes ir acabando el relato que me tienes en un ¡ay!

Por cierto, buena narrativa, aunque creo que ya te lo he dicho en el comentario anterior. Engancha.

Saludos literarios!!
Te van a reñir por desviarte del terreno cinéfilo, vé con cautela, :D

G. K. Dexter dijo...

Blas.

Sí que leí tu artículo, poblado de escualos por toditos lados. No obstante ahora mismo temo mucho más al capitán Harmen van der Dertien "el Javanés".

¿Desviarme del ámbito cinéfilo en este café? Para nada, je, je,...

Un saludo cinéfilo.

BLAS dijo...

Me tienes intrigadísima con el tema pirateril...

G. K. Dexter dijo...

Blas.

Pues imagínate cómo estaremos nosotros tres, aquí maniatados, sin haberle visto aún las barbas a ese perro de van der Dertien, máxime después de haber leído tu artículo sobre los tiburoncitos...

Pero espera, parece que se acerca la comadreja del contramaestre...

[Sotto voce]Un saludo cinéfilo.

G. K. Dexter dijo...

Anexo al anterior comentario.

Bien puedes sustituir a Tchaikovsky por ésto. ;)

Un saludo cinéfilo.

BLAS dijo...

Hummmm, cambiarme a Tchaikovski por Hans Zimmer, hummmmm.... Por esta vez lo dejo pasar sin reclamación porque entre los compositores de BSO es uno de mis predilectos, aparte de John Williams, por supuesto, y porque la situación lo requiere... Pero mi Tchaikovski es insustituible, excepto en casos concretos como éste... Hummmmm.

Jajajaja, saludos Dexter!

G. K. Dexter dijo...

Je, je,... Por un momento me ha parecido que volvía a escuchar la parte final de la "Obertura 1812", y no precisamente a cargo de los artilleros del Deméter. ;)

Un saludo cinéfilo.