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domingo, 7 de noviembre de 2010

IMPETUOSO, ¡HOMÉRICO!




De izquierda a derecha Maureen O´Hara, Victor McLaglen, John Wayne y Barry Fitzgerald
"El hombre tranquilo" (John Ford, 1952)




Durante la “caza de brujas” en una reunión de la liga de directores, presidida por Joseph Leo Mankiewicz, el tema a tratar fue cierto rumor que corría por Hollywood. Según este rumor se acusaba a Mankiewicz de simpatizar con los planteamientos socialistas. El grupo que lideraba Cecil B. De Mille le atacó con extremada dureza. Nadie se atrevió a replicarle. Esto se explica porque los presentes se hallaban obligados a identificarse antes de realizar cualquier intervención en el debate. Además se encontraba presente un taquígrafo, quien no dejaba de anotar cuanto allí se hablaba. Ninguno osaba exponer una opinión contraria a las sospechas que allí se estaban vertiendo, las cuales no gozaban del más mínimo fundamento y cuya finalidad última bien podía ser la de arrebatarle a Mankiewicz el puesto de presidente.
Tras cuatro horas de reunión De Mille decidió culminar su intervención mediante un “gran discurso”. En ese preciso instante de entre los presentes uno elevó su mano para pedir la palabra. Quien había solicitado el turno de réplica se dirigió a la asamblea en los siguientes términos: “Me llamo John Ford. Hago películas del oeste”. A continuación no ahorró elogios para las películas de De Mille. “No creo que haya nadie en esta sala que sepa mejor lo que quiere el público americano que Cecil B. De Mille, y desde luego, él sabe darle lo que quiere”. Para agregar después, con la mirada fija en él: “Pero no me gustas, C.B. Y no me gusta lo que has estado diciendo hoy aquí. Propongo que demos un voto de confianza a Joe y nos larguemos a dormir”.
Por supuesto Joseph Leo Mankiewicz fue ratificado por amplia mayoría. Al terminar la votación, nadie se levantó hasta que el propio Ford lo hizo. Y no fue hasta que atravesó la puerta de salida, cuando todos desfilaron detrás suyo.




Qué puede decirse acerca de "El hombre tranquilo" ("The quiet man", John Ford, 1952), una fábula en la que se retrata el retorno a los orígenes de un boxeador irlandés, donde se nos habla sobre su búsqueda de una posible redención tras haber matado de forma involuntaria a un contrincante sobre el cuadrilátero. En ella Ford nos proporciona una imagen idealizada de Irlanda, la tierra de sus antepasados, para lo cual no duda en rodearse de sus actores favoritos, algunos de entre ellos irlandeses por nacimiento.
Su arranque, mediante el que se nos muestra la llegada de Sean Thornton a la estación feroviaria de Castletown, define por qué derroteros se movían las opiniones de Ford acerca de la forma más correcta para rodar. Uno de sus ayudantes le había propuesto situar la cámara por encima del tejadillo que cubre el andén de la estación para así poder filmar la aproximación del tren mediante un contrapicado, a lo que Ford repuso que nadie iba a mirar cómo se aproximaba un tren subido allá arriba. Al final la cámara, según su criterio, fue emplazada en el propio andén.


Otra anécdota versa sobre los preparativos previos a la escena en la que se enfrentan a puñetazo limpio Sean Thornton y 'Red' Will Danaher. Aquí dio muestras de cierta picaresca, una característica que cabría atribuir a sus genes irlandeses. Deseoso de otorgar el mayor realismo a la pelea decidió preparar una treta.
Primero habló en privado con John Wayne y le comunicó que sentía cierto grado de descontento en lo que a su actuación se refería. Saltaba a la vista que Victor McLaglen lo estaba haciendo sin duda mucho mejor que él, lo cual traía consigo que le estuviera arrebatando el protagonismo. Además le confesó que según se comentaba por el set también se dedicaba a criticarle a sus espaldas. Una vez sembrada la semilla se aproximó a Victor y obró de igual forma, viniendo a decirle lo mismo que antes le había comentado a Wayne.
Una vez llegado el día en el que se iba a filmar esa escena concreta el ambiente en el set podía calificarse de cualquier cosa menos de tranquilo. Desde lejos se notaba que ambos actores se encontraban bastante tensos. No resultó por tanto extraño que en cuanto fue dada la orden para empezar a rodar toda la tensión que acumulaban terminara por desembocar en una de las peleas cinematográficas más gráficas que se hayan filmado. Baste con añadir que el grado de realismo alcanzó tal punto que al término de la lucha McLaglen acabó sufriendo una conmoción y su contrincante, Wayne, terminó con dos costillas rotas.
Naturalmente quien sí se salió con la suya fue el bribón de John Ford. No era para menos pues había acabado obteniendo la recompensa que buscaba.




PELÍCULA: "El Hombre Tranquilo" ("The Quiet Man", John Ford, 1952). Interpretada por John Wayne, Maureen O'Hara, Victor McLaglen y Barry Fitzgerald.


7 comentarios:

BLAS dijo...

Buenos días.

La anécdota indica muy a las claras la personalidad de John Ford, y me refiero tanto a la mostrada al dar su opinión a De Mille, donde le faltó apoyar las manos en el revólver y retarle para que si no estaba de acuerdo saliera fuera, como a la de "picar" a los intérpretes para conseguir más realismo en su escena.
La película está entre mis favoritas, ya que aun idealizando de un modo muy de la época en la que fue realizada, a la antigua Irlanda, aporta un buen sabor de boca durante toda su visualización. La pareja formada entre Maureen O´Hara y John Wayne no puede ser más acertada.

Un saludo cinéfilo-dominguero Dexter.

G. K. Dexter dijo...

Blas.

La escena de la pelea es una de mis preferidas. La de veces que habré visionado este vídeo de Youtube. Sin embargo algo me pasa con el DVD de esta película. Debo haber comprado dos al menos dos DVDs diferentes y ninguno de ellos puedo verlo en mi reproductor. A lo que se añade que no puedo devolverlo dada mi costumbre de no conservar el tícket (una mala deformación profesional ;) ).

Sobre el carácter de John Ford ya nos proporcina una pista el fragmento de la entrevista de Peter Bogdanovich que incluí en uno de los hipervínculos. Una impresión que se puede corroborar con la lectura del libro-entrevista.

Por cierto, muy buena la imagen de Ford desenfundando el revólver para responder a De Mille. Ya se sabe que en el Oeste puestos a publicar se publican las leyendas.

Un saludo cinéfilo y buen domingo.

G. K. Dexter dijo...

Ja, ja,... Hoy el que anda espeso soy yo... "Proporcina"... y demás "pataditas".

:-)

Un saludo cinéfilo.

BLAS dijo...

Sr. Dexter, esa mala costumbre también la tengo yo. Aunque en mi caso sí tengo la suerte de poder visionar por completo mi dvd de "El Hombre Tranquilo".

Hay veces en que no se trata del dvd sino del reproductor, lo digo por mi experiencia para con otras películas.

Otro saludo dominguero!

G. K. Dexter dijo...

Blas.

Gracias por el consejo mas mucho me temo que en este caso se trata de una partida de DVDs defectuosos: dos DVDs, dos reproductores diferentes... Y que no hay manera de que Sean Thornton llegue a Innisfree..., ni siquiera a Castletown. Aquello no arranca ni para la de tres, con la desesperación aparejada que puedes imaginarte (lenguaje colorista e intenso y gestos de variado tenor dirigidos al distribuidor ;) ).

Nada, seguiré intentándolo. Al menos me queda, ¡ainsss!, Youtube.
Y, por cierto, voy a ver de nuevo la pelea mientras doy buena cuenta del segundo café (hoy Sacha está que se sale con los cafés "medianos" (aka café de desayuno).

Un renovado saludo cinéfilo y muchas gracias.

Elphaba dijo...

Uy, esta anécdota le va a encantar a mi padre, que es su película favorita. He visto la peli un montón de veces, en parte por "mi culpa" y en parte por la suya, y hasta las frases nos sabemos.

Por no hablar de loque me emociono con el homenaje de "E.T." a "El hombre tranquilo".

G. K. Dexter dijo...

Elphaba.

A eso se le puede llamar adorar una película.
Esa anécdota demuestra el espíritu pícaro de John Ford. Ya me contarás.

Un saludo cinéfilo.