Un espacio destinado a charlar acerca del cine, saboreando una taza de café (puede que más), sentados en torno a una mesa. Por el simple gusto de hablar por hablar acerca de una pasión compartida por una reducida infinidad, así nomás como son estas cosas.

Bienvenidos a mi hogar. Entren libremente. Pasen sin temor. ¡Y dejen en él un poco de la felicidad que traen consigo!

domingo, 4 de noviembre de 2012

UNA MAÑANA DE DOMINGO, CHARLIE PARKER, EVELYN WAUGH Y CHARLOT


Un domingo por la mañana. Un domingo por la mañana con lluvia. Un domingo por la mañana con lluvia nos proporciona la mejor oportunidad para guarecerse tras la cristalera de nuestro local. Pertrechado contra las inclemencias con una taza de café, largo de café y corto de leche, con un solo sobre de azúcar (como bien sabe Sacha, nada de dos sobrecitos) y un buen libro al alcance de la mano. No sé si se puede equiparar a lo que algunos llaman el Paraíso mas por sus descripciones a mí me parece que se le aproxima bastante.

Los pocos clientes que se han dejado caer por aquí, metafóricamente hablando, se encuentran enfrascados en sus propias ocupaciones, según los gustos y apetencias de cada cual. Bien mordisqueando un "croissant", un bollo suizo o cualquier otra muestra de la repostería ofrecida en los expositores de la barra; bien hojeando el periódico, o bien consultando su personal instrumento de alta tecnología: sea un "smartphone", una "tablet", un "ultrabook" o, los menos, los posos del café.

Los sones de Charlie Parker que emanan de los altavoces son pespunteados por los martillazos que Sacha propina con una energía que no conjuga demasiado con la temprana hora a una alcayata. Parece ser que ha decidido decorar un poco más las abigarradas paredes. El que no me haya consultado antes de tomar su decisión dice más acerca de su peculiar carácter que de mi condición de "supuesto" propietario que no regente de este cafetín.







Al menos posee su gracia, si me permiten la reiteración.

Al tiempo que doy buena cuenta de mi café releo el libro, siempre procurando no remover sus hojas con la cucharilla. No sería la primera vez que en un despiste acabo por endulzar la lectura con el azúcar. Un hecho que bien puede procurarme un aire excéntrico nada desdeñable aunque lamentablemente, y como consecuencia de este fortuito gesto, la lectura se haga más pegajosa.

No una ni dos sino varias más mi atención se desvía del volumen, atraído por las voces de los viandantes que pasan ante el local. Son los restos de las huestes que regresan a sus hogares tras el sábado de Halloween. Acerca de este punto no guardo la más mínima duda. Ya es buena prueba de mi afirmación la abundancia de brujas, vampiros, psicópatas amantes de la sangre falsa y el látex a partes iguales y algún que otro Joker cuyos chorretones de maquillaje prueban que por improbable que esto parezca gozaron hace horas de mejores tiempos.

Al fin un impermeable con una palabra serigrafiada en grandes letras blancas (Arial, creo) a la espalda, "Enjoy", me devuelve a la lectura. Bendita publicidad.

Por las páginas un joven Evelyn Waugh nos narra su viaje por África, en cierta ocasión en que acudió a Etiopía como corresponsal del periódico The Times para asistir a la coronación de Tafari Makonnen (Ras Tafari) como emperador bajo el nombre de Haile Selassie I. Todo un acontecimiento de ámbito mundial que se produjo el 2 de noviembre de 1930, bastando para darnos cuenta de su entidad la presencia entre los asistentes de representantes de doce países extranjeros, entre ellos S.A.R. el príncipe Enrique, duque de Gloucester (tercer hijo de Su Majestad Jorge V, por la gracia de Dios, de Gran Bretaña, Irlanda y los Dominios Británicos más allá de los mares, rey, defensor de la fe, emperador de la India; que ya son títulos, afirmo) como representante de la Casa de Windsor.

Si no bastara con la narración de la organización de los fastos [1], que en algunos momentos adquieren tintes de puro surrealismo, el autor incluye el resto de su viaje por África Central. Lo que no era más que una labor como corresponsal se convirtió en un periplo que se extendió hasta marzo de 1931. A algo como ésto sí que  se le puede denominar "extender una visita".

Lo referido con anterioridad está recogido por Waugh en su libro "Gente remota" (1931), que, tal y como les contaba, durante esta mañana lluviosa de domingo había escapado del peligro de acabar espolvoreada con azúcar.


"El sábado por la tarde el viajante de cigarrillos y yo fuimos a un cinematógrafo indio. Vimos una película antigua de Charlie Chaplin, rodada antes de que alcanzara la fama, pero plagada de todos los trucos que son ahora famosos en el mundo entero; incluso tenía un final triste: renunciaba al amor en favor del guapo sinvergüenza. También tenía una escena que era claramente la primera versión de aquel exquisito pasaje de La Fiebre del Oro en el que come una bota vieja, está sentado bajo un árbol, a punto de almorzar, cuando un vagabundo le roba la comida; Charlie se encoge de hombros, arranca un puñado de hierba, lo sazona con sal y pimienta, y se lo come con delicadeza; luego sirve agua en una lata, se aclara las puntas de los dedos como si se tratara de un lavamanos, y se las seca con un trapo, todo ello representado con una arrogancia contenida".

"Gente remota", Evelyn Waugh.





"Charlot, vagabundo" ("The tramp", Charles Chaplin, 1915)



Cerré el libro y abrí los ojos, regresando de la penumbra de un sala de cinematógrafo que solo existía en mi mente.

Mientras terminaba mi café, y al pensar en mi pronto enfrentamiento con la húmeda acera, fuera porque portaba conmigo un paraguas o fuera quizás por la escena descrita, me vinieron a la cabeza las palabras que, en otro libro de Waugh titulado "Un puñado de polvo", pronunciaba el doctor Messinger: "la situación es grave, pero no desesperada".





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(1) ‎"Quizá nadie acumuló más méritos para merecer su Estrella de Etiopía que el comandante Sinclair. Evitando el oropel y la dignidad del campamento de la Legación, permaneció lealmente junto a sus hombres en la ciudad, y pasó días de ansiedad arreglando citas que nunca tenían lugar; su diario, que unos pocos tuvimos de ver, era una crónica descarnada de las decepciones sucesivas que soportó con paciencia: "Cita 9:30, secretarios personales del Emperador para hacer los preparativos necesarios para el banquete de esta tarde; no han venido. 11. Fui, como habíamos acordado, a ver al Maestro de Música del Rey; no estaba allí. 12. Fui a ver a Mr. Hall para obtener la partitura del himno nacional de Etiopía; no se pudo conseguir. 2:30. Debería haber llegado el automóvil para llevar a los hombres al aeródromo; no ha llegado...", y así sucesivamente. Pero, a pesar de cada impedimento, la banda siempre aparecía a tiempo, vestida irreprochablemente, y con la música adecuada".


"Gente remota", Evelyn Waugh.


6 comentarios:

Ars Vitae dijo...

¡Felicidades por el blog! Me encanta y lo he enlazado al mío.
Saludos.

G. K. Dexter dijo...

Ars Vitae.

Muchas gracias, me alegro que te haya gustado.

Un saludo cinéfilo.

P.D.: acabo de visitar y enlazar el tuyo (cuidadoso y detallista, observo con agrado que sigue la esencia de la cita de Dostoyevski).

Ars Vitae dijo...

Muchas gracias por enlazarme y por tus amables palabras, G.K. Dexter.

Quizá tembién te guste mi otro blog:
http://elespleendeparis.tumblr.com/

¡Saludos!

G. K. Dexter dijo...

Ars Vitae.

Lo visité ayer (la palabra "spleen" siempre me ha atraído) y me recibieron muy amablemente Cary Grant y Alfred Hitchcock.

Un saludo cinéfilo.

David C. dijo...

Importante la introducción de Charlie Parker.
Saludos
David

G. K. Dexter dijo...

David C.

Permite crear el ambiente más propicio, ¿o no?

Un saludo cinéfilo.