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domingo, 27 de julio de 2008

¿CÓMO LO HARÍA LUBITSCH?

A Billy Wilder le gustaba narrar una anécdota que tenía como protagonistas indirecto a su querido amigo, y muy admirado, Ernst Lubitsch. Durante su funeral entre los que portaban el féretro se encontraban el director William Wyler y el propio Wilder. En un momento dado a causa de la emoción que les embargaba el segundo comentó con aire resignado: “Qué pena, se acabó Lubitsch”. La respuesta del primero no se hizo esperar: “Y lo que es peor, se acabaron las películas de Lubitsch”.


Ernst Lubitsch (1892-1947)

Para hacerse una idea de la desolación que impregnaba esas palabras basta con ver el episodio que Lubitsch dirigió como parte de aquella película llamada Si yo tuviera un millón (If I had a million, VV.AA., 1932).



Si yo tuviera un millón


Al contemplar la forma en la que se nos muestra, sin diálogo alguno, a un Charles Laughton proclamando su recién llegada independencia laboral, tras atravesar puerta tras puerta (Lubitsch y sus puertas) hasta abrir finalmente la perteneciente al despacho del jefe máximo, sin lugar a dudas la pregunta con la que titulo este post (la misma que el propio Wilder siempre se hacía antes de enfrentarse a la planificación de una escena) recibe la más clara de las respuestas.

4 comentarios:

Gloria dijo...

Este sketch es sin duda el mejor de la película, y el único del film que Lubistch dirigió personalmente... Aunque he de decir que el Sketch con Charlie Ruggles y Mary Boland, así como el de WC Fields y Alison Skipworth (ambas pareja atómica de la comedia) son los que más me gustas despues de la historia del oficinista.

A modo de anécdota: resulta que Lubistch y Laughton, al ver lo rotunda que había quedado la pedorreta, pensaron que la escena sería demasiado fuerte para la censura, así que hicieron tomas alternativas con otros gestos. A modo de bromazo (porque a ambos ni se les ocurrió que pasaría la censura) Laughton probó con un silbido acompañado con un gesto hecho con dos deditos de la mano (similar, aunque no idéntico, al popularizado por Winston Churchill unos años más tarde): Resulta, para estupor y hilaridad de Laughton y Lubistch, que fue este gesto, y no la pedorreta, el que dieron por bueno los censores británicos.

Años más tarde, hablando del tema con un taxista neoyorquino, laughton se preguntaba porqué en Inglaterra el gesto con un dedo era más ofensivo que el gesto con dos dedos. El taxista respondió: "supongo, señor laughton, que los británicos tienen los ojetes más grandes"

Es una pena que Laughton y Lubistch no coincidieran más.

G. K. Dexter dijo...

Gloria, bienvenida a este cafet�n.
Muy buena la informaci�n que me proporcionas. De hecho no sab�a de la existencia de dos finales (uno para Gran Breta�a y otro para EE.UU.) hasta que lo le� en la web de fila 7 que linkeo. Con tu prolijo comentario me has ahorrado la b�squeda de m�s detalles.
Muchas gracias.

Un saludo cin�filo.

Gloria dijo...

De nada ;D

Está usted cordialmente invitado/incitado a visitar mi blog de agitación y propaganda Laughtoniana ;p

G. K. Dexter dijo...

Gracias por la invitación/incitación, Gloria. Aunque my english is a little rusty, que diría Rick Blaine, el esfuerzo vale la pena.
Un saludo cinéfilo.