Se cuenta que en cierta ocasión en la cual Ethel Barrymore y Louis Calhern, otro que también era bastante aficionado a las bebidas espirituosas, se encontraban representando una obra teatral en medio de una jira interestatal por los Estados Unidos, acordaron que para evitar problemas se emborracharían antes de cada función pero en noches alternativas. Por medio de esa argucia el compañero sobrio se encontraría en disposición de dar con presteza las entradas al otro, ocultando así al público asistente su estado francamente inadecuado, cuando no lamentable, para desenvolverse sobre las tablas.
Louis Calhern y Ethel Barrymore
Todo iba bastante bien hasta que quiso la fatalidad que en cierta velada se produjera una confusión que trajo como consecuencia que ambos actores bebieran en exceso, siempre según unos márgenes que serían aplicables a los comunes de los mortales, estatus éste que ambos sobrepasaban con largueza. Una vez en escena los dos se quedaron mudos, sin que ninguno fuera capaz de articular palabra alguna. El cada vez más desesperado apuntador trataba en vano de comunicarles las entradas en voz queda, sobre el escenario ellos permanecían mudos e inmóviles.
Finalmente Louis, posiblemente harto de tanto infructuoso cuchicheo, se volvió hacia el ocupante de la concha y se dirigió a él más o menos en los siguientes términos: “No se moleste. Conocemos perfectamente nuestros papeles. Lo que pasa es que no sabemos quién dice qué”. Seguramente a eso Oscar Wilde lo denominaría "savoir faire".
Finalmente Louis, posiblemente harto de tanto infructuoso cuchicheo, se volvió hacia el ocupante de la concha y se dirigió a él más o menos en los siguientes términos: “No se moleste. Conocemos perfectamente nuestros papeles. Lo que pasa es que no sabemos quién dice qué”. Seguramente a eso Oscar Wilde lo denominaría "savoir faire".
2 comentarios:
Jajajajaja!!!!
Eso es lo que hacemos mi amigo luigi y yo; en noches alternas (o de alterne)decidimos que uno de los dos no debe tomar más de 14 cubalibres, por si hay que seguir alguna conversación medianamente compleja, aunque en las noches ovetenses eso no se da muy a menudo.
Besotes!!!!
Hola, Rumbonín.
Pues yo te recomendaría que utilizárais un guión previo como recurso para esos casos. Además siempre os quedaría la posibilidad de hacer como John Ford cuando le reciminaron por la lentitud de cierto rodaje. Al parecer llevaban un día de retraso. Ni corto ni perezoso el zorro irlandés preguntó al mensajero del estudio cuántas páginas podían rodarse en un solo día. Como éste le contestara que unas ocho el director cogió ese mismo número del guión, correspondientes a la parte que no había sido filmada,y las arrancó de cuajo mientras le decía: "Ahora puede decirle a su jefe que ya estamos al día”.
Un abrazote cinéfilo.
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