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domingo, 26 de abril de 2009

DE STEVENSON A SCORSESE Y LIBROS, MUCHOS LIBROS


Si ascendiéramos a lo alto del Monte Vaea, desde donde se contemplan la inmensidad del océano índico que rodea la isla de Upolu y los edificios de la capital, Apia, descubriremos una tumba. Se trata de la última morada de Tusitala, “el contador de historias”, nombre por el que los nativos de Samoa conocían a Robert Louis Balfour Stevenson, el escritor escocés.


Acaso deseó concluir sus días a imagen de su recordado personaje, el pirata John Silver "el Largo", junto a su inseparable loro (pariente lejano del nuestro, y como él no menos difunto).



"Marooned" de Howard Pyle



Años después de la muerte del escocés, un joven escritor, este francés, Marcel Schwob, gran admirador suyo, y que había tenido ocasión de conocerle en vida, se propuso un buen día visitar su tumba samoana. Dados los medios existentes en la época el viaje se prolongó durante varios meses, tiempo más que suficiente como para que su pasión inicial fuera enfriándose hata transformarse en honda desesperación.


Una buena prueba de sus penurias nos la legó en su libro "Viaje a Samoa", compuesto por cartas escritas a su mujer durante la accidentada travesía, en el que describe las inclemencias y riesgos a los que debió hacer frente.

El viaje fue tan terrible que a su llegada, muy enfermo, ni tan siquiera cumplió el deseo que lo había motivado: visitar la tumba. Su hastío era tal que terminaría por escribir las siguientes palabras:

"Todas las historias sobre la belleza de Samoa son mentira".



Marcel Schwob


La muerte de Schwob, a una temprana edad, sólo contaba treinta y siete años, le impidió legarnos un corpus novelístico amplio y nutrido. Sólo un pequeño ramillete de libros entre los que destacan "Especilegio", "La Cruzada de los Niños" (narración de una poco conocida historia de la época de las Cruzadas) y "Vidas Imaginarias". Precisamente en este último es en el que deseo detenerme.


El libro se compone de veintidós biografías noveladas de personajes históricos, redactadas con el temple y el barniz culto de alguien cuya erudición estaba fuera de toda duda. A título meramente anecdótico cabría citar que hubo una biografía que no se publicó en su día, precisamente porque su protagonista no era humano: "Morphiel, demiurgo" (el texto fue publicado en el número 9, mayo-junio de 1997, de la revista literaria Clarín).


Jorge Luis Borges, el bibliotecario ciego de la Biblioteca Nacional de Buenos Aires, aka bibliotecario de la abadía en "El Nombre de la Rosa" de Umberto Eco, era a su vez un gran admirador de la obra de Schwob, y "Vidas Imaginarias" uno de sus títulos predilectos. En el prólogo que escribió para ella en "Biblioteca Personal. Prólogos", se refiere a ese volumen con estas palabras:

Sus Vidas Imaginarias datan de 1896. Para su escritura inventó un método curioso. Los protagonistas son reales; los hechos pueden ser fabulosos y no pocas veces fantásticos. El sabor peculiar de este volumen está en este vaivén”.



Jorge Luis Borges


Qué mayor prueba de la admiración sentida podríamos encontrar que la redacción de un volumen siguiendo la idea planteada por Schwob. El resultado recibió el título de "Historia Universal de la Infamia".

"Hacia 1935 escribí un libro candoroso que se llamaba Historia Universal de la Infamia. Una de sus muchas fuentes, no señalada aún por la crítica fue este libro de Schwob" (Íbidem).


Sin embargo el espíritu juguetón de Borges le llevó a ir un paso más allá, pues como bien indica el título, los protagonistas de sus fábulas no son más que gentes de conducta reprobable y cuanto menos, y valga la redundancia, infame.

"Son el irresponsable juego de un tímido que no se animó a escribir cuentos y que se distrajo en falsear y tergiversar (sin justificación estética alguna vez) ajenas historias”. Prólogo de J. L. Borges a la edición de 1954 de “Historia Universal de la Infamia”.


Entre los ilustres biografiados (entendiendo que el uso de este adjetivo se haya cargado de no poca ironía) me gustaría destacar al angelito Monk Eastman, proveedor de iniquidades. Un individuo con un sentido moral un tanto peculiar, pues procuraba un trato amable y servicial a los animales que tenía a su cargo, no haciéndolo extensivo a los de su especie. Su nombre despertaba terror en el Nueva York de finales del siglo XIX y principios del XX, una ciudad en la que no todos sus habitantes vivían de acuerdo a las reglas presentadas por Edith Wharton.
Su territorio se extendía por el barrio de Five Points, al sur de Manhattan, donde convivían mal que bien, más mal que bien, irlandeses, italianos y judíos. Allí trabajaba poniendo orden en los bailes y tabernas por el expeditivo método de abrirle la cabeza a cualquier cliente díscolo por medio del uso de su maza, en cuyo mango practicaba cada vez una muesca a modo de recordatorio (y advertencia).
Su carácter inestable le llevaría, según cuentan, a romperle la crisma a un tranquilo bebedor de cerveza que lucía una irresistible calva. La explicación que proporcionó, por propia intención, pues nadie osaría pedírsela, fue que le faltaba una muesca para la cincuentena.
Borges se detiene con sumo detalle en narrarnos su enfrentamiento con un competidor, Paul Kelly "el italiano", quien había adoptado ese nombre para esconder su origen real, pues el suyo verdadero era Paolo Vaccarelli. La lucha entre ambos no tardó en iniciarse, llegando a desencadenarse un enfrentamiento a tiros de Colt por las calles de Nueva York. Para hacerse una idea de la intensidad de los combates bastará con mencionar que por aquella época Monk capitaneaba unas huestes de unos mil doscientos gangsters.

Finalmente sería detenido y encarcelado en el penal de Sing-Sing, lo que provocó el inmediato desmoronamiento de su banda. A la salida del presidio en 1914 no tuvo más remedio que dedicar sus excelentes dotes a otros menesteres en los que serían más apreciados: se alistó en el Ejército para combatir en la Primera Guerra Mundial.
Al regreso de la conflagración bélica la proclamación de la "Ley Volstead" (la conocida "Ley Seca") le dio la idea de retornar a sus pasadas actividades. Sin embargo los tiempos habían cambiado y sus métodos, demasiado rudos, ya formaban parte del pasado. Por otro lado el negocio se encontraba ahora en manos de sus antiguos rivales italianos, lo cual no auguraba un futuro halagüeño para el ejercicio de sus actividades.
Monk se percataría de que las cosas pintaban mal para él demasiado tarde, un 26 de diciembre de 1920, cuando un agente de policía, a sueldo de los italianos, le descerrajó cinco tiros a las puertas del café "El Pájaro Azul" (sic).

Esta es la historia. Y así, aunque de forma más literaria, la cuenta Borges.




En el año 2002 Martin Scorsese dirigió una película, "Gangs de Nueva York", en la que se recreaban las actividades de las bandas de gangsters durante el Nueva York decimonónico. A pesar de encontrarse plagada de inexactitudes cosechó un gran éxito.
Entre ellas, y al hilo de lo anteriormente escrito, cabe citar que el protagonista, Bill "el carnicero" Cutting, mata a Monk para hacerse con el control de Five Points ... pero lo hace en plena Guerra Civil norteamericana.




"Gangs de Nueva York" ("Gangs of New York", Martin Scorsese, 2002)

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