Un espacio destinado a charlar acerca del cine, saboreando una taza de café (puede que más), sentados en torno a una mesa. Por el simple gusto de hablar por hablar acerca de una pasión compartida por una reducida infinidad, así nomás como son estas cosas.

Bienvenidos a mi hogar. Entren libremente. Pasen sin temor. ¡Y dejen en él un poco de la felicidad que traen consigo!

lunes, 9 de marzo de 2009

JAVIER MARÍAS Y PÉREZ REVERTE ESCOGEN SUS PELÍCULAS



"El Fantasma y la Señora Muir" ("The Ghost and Mrs. Muir", Joseph Leo Mankiewicz, 1947). Con Gene Tierney, Rex Harrison y George Sanders.



No ha mucho hablaba en este blog acerca de una mis costumbres dominicales: principiar la lectura del EPS (el suplemento dominical del diario “El País”) por la columna de Maruja Torres (si disponen de la oportunidad, al hilo de esta referencia, pásense por el blog Blas sin Epi, su post dedicado a Audrey Hepburn es pura canela en rama).
No obstante si tan sólo la mencionara a ella, a Maruja Torres, mi confesión se quedaría un tanto coja. A dicha columna debería añadir la de Julián Marías, “la columna fantasma”, que disfruto justo después de haber echado una ojeada a los restantes contenidos.


El pasado mes de febrero, en el número del domingo 22 de febrero de 2009, Marías mencionaba una cena a la que también habían acudido dos buenos amigos suyos: Agustín Díaz Yanes y Arturo Pérez Reverte. Con la presencia de semejante compañía bien se comprenderá que la temática de esa columna en concreto versara sobre el cine, más en concreto acerca del desconocimiento que muchos tienen de aquellas películas a las que podríamos denominar clásicas.


Desde luego no seré yo quien ahora se ocupe de escribir acerca de esta cuestión. Existe un tiempo para todo, y los intereses personales de cada cual van variando a medida que se va adquiriendo experiencia. Mediante el paso de los años uno va cambiando, y durante ese proceso puede sentirse atraído, o no (opción tan respetable como cualquier otra), por determinados temas.
Yo, por mi parte, siempre guardaré muy adentro el recuerdo de mi madre, cuando aún era un niño, contándome el final de la película emitida la noche anterior por televisión. Como bien comprenderán en mi casa, algo habitual por aquella época, existía el toque de queda: una hora muy concreta para irse a la cama. De nada servían ruegos, pataletas o triquiñuelas (“hasta el próximo descanso, por favor” funcionaba, ¡ay!, muy poquitas veces). La orden no admitía réplica alguna, si acaso una pequeña demora, cuando había suerte.
Los lectores de Guillermo Brown entenderán mi decepción infantil al no poder asistir al desenlace de aquella mítica película en la que un hombre que se empequeñecía por momentos debía enfrentarse a peligros sin cuento. Ahora bien, a la mañana siguiente mi madre se ocupaba de rellenar las lagunas finales. Como por ejemplo la lucha desigual mantenida contra una feroz araña, armado el pobre con un simple alfiler no menos gigantesco que el arácnido, siempre en comparación con su menguante tamaño.
Lo de poner imágenes al relato era cosa de mi imaginación, mientras medio absorto (bueno, más bien embobado) trataba de dar buena cuenta del desayuno antes de acudir al colegio.


Por aquella época, creo recordar, programaron por televisión un ciclo dedicado al director Joseph Leo Mankiewicz (en uno de los dos canales, mi memoria no da para más). Una buena amiga y yo nos dedicamos a comentar al día siguiente, entre risas, una de aquellas películas, tampoco recuerdo con exactitud cuál era en concreto.
Naturalmente no habíamos entendido absolutamente nada. ¡Vaya un par de críticos!
A ojos de muchos nuestra hilaridad debería más bien sonrojarnos, y eso que Cabrera Infante dejó escrita una acertada definición de lo que en esencia es la labor del crítico cinematográfico: “una película te gusta o no te gusta, lo demás es literatura”.
Quién nos diría a ambos que al cabo del tiempo, no muchos años después, nos pasaríamos horas y horas charlando sobre cine clásico en una terraza de verano. Por aquella mesa desfilaron Mankiewicz, Cukor, Ford, Hawks, Sturges, Stahl, Wilder, Ophuls, Lang y tantos otros; por no mencionar a las estrellas que conformaban el firmamento cinematográfico, allí congregadas al reclamo de nuestras remembranzas...



A pesar de que según una primera impresión se diría que me he ido por las ramas puesto que al escribir mi post no pretendía traer a colación estas “batallitas”, lo anterior posee cierta relación con el contenido. Así que sin más permítanme que dé media vuelta y avance aún más rápido si cabe (avanzar siempre, retirarse nunca).



Durante dicha cena (retomo), el director de cine, el académico y el rey de Redonda, hablaron, como ya les adelanté, acerca del cine clásico. En un momento dado el segundo de los mencionados sacó a colación la circunstancia de que muchos lectores les solicitaban que expusieran en sus respectivas columnas algunos títulos concretos, aquellos que consideraban que merecían la pena.


Pues bien, a continuación les incluyo los enlaces a las respectivas columnas de Pérez Reverte y Javier Marías, precisamente dedicadas a hablar de sus películas favoritas, en el caso del primero centradas en el género así llamado bélico. A mí personalmente me entra un escalofrío de felicidad cuando leo los títulos desgranados, unos por conocidos, y otros, los más, porque su lectura supone un súbito descubrimiento.

* Columna de Pérez Reverte.


Nota adicional: sé que no tiene que ver pero como seguidor de las “ghost stories” británicas, amén de devorador de cuantos relatos han sido publicados por Siruela, Valdemar e Isla de Redonda, no puedo resistirme a recomendarles la lectura del libro “Cuentos Únicos“, mencionado muy oportunamente por el propio Marías en su columna. Contiene uno de los relatos que más me ha impresionado: “Mirad allí arriba”, de H. Russel Wakefield.
Puro terror psicológico: sobrecogedor.



Elaborado mediante la inestimable colaboración del señor Pond
junto con el Departamento de Búsquedas Infructuosas (D.B.I.).



Recomendación muy personal: déjense mecer por las elecciones de la lista musical. Ahora mismo, sin ir más lejos, suena el tema "Amapola" de la película de Sergio Leone "Érase una vez en América". Puro Ennio Morricone.

5 comentarios:

BLAS dijo...

Hola Sr. Dexter.
En primer lugar, agradecerle, no, prefiero seguir hablándole de tu. En fin, agradecerte la mención que has hecho de mi artículo sobre la maravillosa Audrey H. , y tu halago, me ha gustado lo de "canela en rama", jeje.
Por otro lado, y aunque voy en desorden, decirte que yo siempre me dejo mecer por las melodías del reproductor de este blog, yo estoy disfrutando ahora mismo del Tema de Amor de Romeo y Julieta de Nino Rota, que es de caerse de espaldas y quedarse allí tirado continuando escuchándola...
También estoy de acuerdo en que el gusto por un estilo u otro de películas va cambiando con nosotros, pero que siempre hay algunas que se quedan grabadas y nos pareceran maravillosas. Otras que indudablemente cuando se vuelven a ver al cabo de muchos años, uno se pregunta: "¿Pero por qué me gustaba a mí tanto semejante bodrio...?"
Vale, ahora Edith Piaff me acompaña con su "La Vie en Rose", qué preciosidad...
Yo también tengo en mi "biblioteca" muchos cuentos góticos de Valdemar, de manera que me he apuntado el título que has recomendado.
Respecto a la lista de ámbos escritores, comparto más la de Pérez Reverte, ya que a mí también hay muchas películas bélicas que están entre mis favoritas: "El día mas largo", "Un puente lejano", "Comando en el mar de China", "Tora, tora, tora"... Y muchas más...
Un saludo y me marcho con el Padrino II...

BLAS dijo...

Se me olvidó decir que a mí también me enviaban pronto a la cama, y no me valía lo del próximo descanso si la peli tenía uno o dos rombos, por mucho que yo intentara entretener al adulto que fuera para que no viese los rombos en cuestión... Permanecían demasiado tiempo en pantalla y ya se conocían mis trucos...

G. K. Dexter dijo...

Blas.

(De fondo el vozarrón inconfundible de Louis Armstrong).

Y el placer que supone volver a visionar esas películas que tanto te emocionaron... Yo no me canso de seguir las andanzas del Hombre de Boston y del Portugués, por ejemplo. Sin ir más lejos la escenita de la "carrera de goletas" le sirve a Pérez Reverte a modo de ambientación en una de las "escenas" narradas en ... ¿"El Club de Dumas"?

Por cierto, que de las que mencionas me faltan en mi colección "El Día Más Largo" (¡qué buen recuerdo aquella vez que acudí a verla a la Filmoteca Provincial, en pantalla grande y V.O.S.E.!) y "Tora, Tora, Tora"; amén de cierta película cuyo título no recuerdo y que vi en el cine cuando era muy chico, acompañado por mis padres. Sólo recuerdo que narraba la lucha encarnizada entre dos portaaviones, uno norteamericano y otro japonés...

Sí, lo de escamotear el control parental con aquellos vistosos rombos no era una tarea poco baladí, por no decir prácticamente imposible...

Un saludo cinéfilo.

Gloria dijo...

Me he quedado de piedra... Pues resulta que marias y reverte recuerdan con cariño "Bajo Diez Banderas"!!

Yo la recuerdo como entretenidilla (pero posíblemente, una de las más prescindibles películas de la filmografía de Laughton), pero poco más y con Laughton de Almirante cascarrabias, que parecía familia de su Sir Wilfrid de "Testigo de cargo" que de la de Francis Drake.

Aunque el tema de "el barco disfrazado" es sin duda curiosamente teatral. Será cuestión de volverle a echar un vistazo, por si acaso.

G. K. Dexter dijo...

Gloria.

De piedra (aka sorprendido) me quedo yo nuevamente... Muchas de las mencionadas ni siquiera me sonaban, por lo que no hay mucho que decir acerca de mi desconocimiento de la participación de Laughton en una de ellas.
Un nuevo dato para mi archivo personal.

Un saludo cinéfilo.